Crisis alimentaria y crisis de sobreproducción

Una reseña del libro ‘El negocio de la comida’

Manuel Garí | Viento Sur

Desde el blog Se cuecen habas del diario Público, Esther Vivas viene dándonos pistas sobre la seguridad y soberanía alimentarias en relación con la justicia, la biosfera y la salud humana. Si no han entrado, por favor háganlo. Algunos “politicistas” es posible que piensen que estos temas no forman parte central de la crisis de la sociedad y, por tanto, del programa de transición hacia un mundo sostenible de iguales y libres. Dejémoslos con sus discursos vacíos sin capacidad de solucionar ni en lo inmediato y urgente, ni a medio y largo plazo los problemas de la humanidad realmente existente. Pero importar, importa, y mucho, porque es el mundo que hoy diseñamos y en el que tendrán que vivir sus vidas los Martí, Lucía y Greta que acaban de venir.

El libro que comentamos profundiza en muchos de los temas en los que viene trabajando Vivas en dicho blog. No es su primer libro, pues ya conocíamos sus trabajos sobre la globalización capitalista y las respuestas altermundistas o sobre la deuda. Ni tampoco el primero en que se publican sus opiniones, junto a otras, sobre cuestiones relacionadas con la alimentación. Ahí están ‘Del campo al plato‘, ‘Supermercados, no gracias‘ y ‘¿Adónde va el comercio justo?‘. Pero es el primero en el que me tropiezo con una sistematización muy organizada y ampliada de sus análisis y alternativas. Vivas maneja mucha documentación y lo hace con la habilidad de su profesión periodística para ponerla a nuestro alcance.

El negocio de la comida‘ presenta un panorama muy completo del papel de la alimentación en la desigualdad entre ricos y pobres, entre norte y sur y dentro del norte y del mismo sur global. Para ello disecciona el sistema productivo mundializado en manos de la agroindustria en toda la cadena de valor: desde las semillas y los piensos a la ganadería, pesquería y agricultura, y la comercialización. Y, por ende, también los usos y costumbres en el consumo. Tal como Vivas afirma “el complejo agroindustrial impone cómo se produce, en qué condiciones y dónde se vende” y para la autora el hambre no es una maldición bíblica, tiene que ver con los ingresos y la distribución de la renta y la riqueza, y la estratificación social. Dice la autora que el problema no es la carencia de alimentos, sino el acceso a estos. Para Vivas, la crisis alimentaria se da, paradójicamente, en medio de una crisis de sobreproducción.

En este punto cabe destacar que sus posiciones están lejos de algunos análisis económicos de un sector ambientalista bienintencionado pero que no logra ir a la raíz de los problemas, pues solo se fija en las políticas de demanda. El libro se sitúa en una perspectiva ecosocialista por lo que, junto a los problemas de demanda/consumo, plantea los de oferta/producción, cuestión clave para ofrecer una respuesta programática global. Por ello, desgrana los movimientos de precios en los mercados internacionales tanto de los alimentos como de algunos insumos básicos (las semillas del diablo Monsanto), la sustitución de cultivos alimenticios por agrocombustibles en buena parte de las tierras fértiles del planeta, el diktat de la oligarquía petrolera en la cadena alimentaria, el funcionamiento de los especulativos mercados de futuro y otros aspectos, algunos de ellos especialmente relevantes en el caso del Estado español que en manos de los últimos ministros del PP ha batido todos los récords de irresponsabilidad productivista al servicio de la ganancia privada de una minoría a costa de los bolsillos y la salud de los campesinos y consumidores. Pero también las experiencias de La Vía Campesina, las cooperativas, etcétera: los embriones de la esperanza.

Especialmente me han interesado los capítulos en los que aborda el papel de las mujeres campesinas, pues pone de manifiesto y visibiliza el lugar estratégico que tienen tanto en la producción de alimentos como en el cuidado de su gente. Asimismo es de sumo interés la recopilación de balances energéticos que presenta comparando los inputs i outputs de cada grupo de alimentos en lo que se necesita para producir y transportar y en las emisiones de gases de efecto invernadero asociados al modelo agrícola, ganadero y comercial.

Si tras leer el libro fuéramos conscientes de la bomba que suponen los venenosos pesticidas y fitosanitarios y los transgénicos, probablemente seríamos más exigentes en el programa y en la acción por el cambio desde la movilización y también desde las instituciones políticas a todos los niveles. Concretamente en estos momentos es muy importante que los partidos políticos de izquierda apoyen el llamamiento de la coalición No Patents on Seeds para evitar que Monsanto y otros puedan patentar bienes comunes naturales como plantas y animales.

La posición de Esther Vivas en lo referente a los transgénicos profundiza en la línea de los trabajos de Jorge Riechmann ‘Cultivos y alimentos transgénicos’ o el más difundido ‘Transgénicos: el haz y el envés. Una perspectiva crítica’ y en lo referente a los vertidos agrotóxicos en las reflexiones de Carlos Amorón en ‘Las semillas de la muerte. Basura tóxica y subdesarrollo: el caso Delta&Pine’. Echo de menos una mayor referencia a la introducción de las nantecnologías tanto en la agricultura y la comercialiazación tal como denuncian Georgia Miller y Rye Senjen en el informe ‘Del laboratorio a nuestros platos’. Pero también en los propios alimentos que consumimos por la vía de la supuesta mejora de los procesos de los alimentos, por ejemplo en su gelatinización, espumas y emulsiones.

Cabe subrayar que no solo se queda en la denuncia de los hechos, sino que a través de todo el libro pero particularmente en los tres últimos capítulos, desgrana las alternativas y hace un llamamiento a la acción. Para Vivas la solución se encuentra tras un nuevo paradigma frente a la agroindustria, el de la soberanía alimentaria que debe recombinarse con las propuestas de la agricultura ecológica y el comercio justo. No se trata de un problema técnico o tecnológico, las soluciones existen, tal como pone de manifiesto el conjunto de trabajos coordinados por Danielle Nierenberg y Brian Halweil en el proyecto ‘Innovaciones para alimentar el planeta’ recopiladas en ‘2011: la situación del mundo’ publicado por The Worldwatch Institute. Para Vivas “el reto es hacer llegar la soberanía alimentaria al conjunto de la población. Para ello son necesarios cambios políticos”.

Las propuestas de Vivas, expuestas de forma didáctica y clara, sin embargo, encierran una reflexión crítica sobre algunas de las interpretaciones que se hacen de los cultivos ecológicos o del comercio justo, sea por naíf o, de lo que es peor, formar parte del discurso recuperador y mistificador con fines de lucro de los supermercados. La autora afirma que “el comercio justo no puede entenderse como una práctica aislada en relación al modelo de producción, distribución y consumo (porque) un comercio justo es imposible sin el marco político de la soberanía alimentaria”. Por otro lado, ataca la posición egocéntrica de quienes dejan la cuestión de la alimentación en un “comer bien” a través de cooperativas y agricultura ecológica “dando un mayor peso a las cuestiones relacionadas con la salud” y apunta que su postura es tener en cuenta esos elementos pero enfatizar “más el carácter transformador y político de esas iniciativas”.

Digamos que no es complaciente con las fórmulas simplonas, a las vez que integra el conjunto de sus propuestas de solución en una hoja de ruta que abarca desde medidas que pueden adoptar los consumidores y profundos cambios en la producción y comercialización en el marco todo ello de una lógica cuádruple: anticapitalista, de profundización democrática, en defensa de la biosfera y de la salud de los seres humanos y el respeto a los animales.

Y una conclusión final tras leer el libro, aunque la autora ni lo aborde, en el futuro en vez de denominar al Ministerio o Conselleria de Agricultura y Pesca (punto de vista económico de los de arriba), el gobierno de la izquierda deberá bautizarlos como de la Alimentación Saludable y Justa (punto de vista de las gentes de abajo).

*Reseña publicada en la revista Viento Sur, nº140.

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