“La maternidad no es una cuestión individual, es una cuestión política”

Clara Morales | Infolibre

Dice Esther Vivas (Sabadell, 1975) que “la literatura de la maternidad parte a menudo de la propia experiencia”. ¿Quién iba, si no, a querer dedicar su tiempo a un asunto tan insignificante?

El caso de esta periodista, que se había dedicado previamente al estudio del sistema agroalimentario y de los movimientos sociales, no es, dice, una excepción. A partir de su embarazo y de las primeras búsquedas de información sobre cómo se podría desarrollar el parto, comenzó a preguntarse por qué no le habían hablado de todo aquello. Por qué todo el mundo aceptaba esa violencia obstétrica.

Mamá desobediente (editado por Capitán Swing en castellano y en catalán por Ara Llibres, bajo el título Mama desobedient) es el resultado de aquella primera “indignación”, pero no se limita a ella. En el ensayo, que lleva por subtítulo Una mirada feminista a la maternidad, Vivas se ocupa primero de los mitos existentes en torno a ella, para centrarse luego en dos aspectos concretos de esta experiencia que generan un debate encendido: primero, la atención al parto; después, la lactancia.

Y no es casualidad que cuestiones aparentemente privadas sobre si una mujer le da el pecho o no a su hijo generen polémica. La autora no solo defiende que la maternidad es un asunto público, imbricado en la economía y la política, sino que la sitúa en el centro del feminismo de clase y el anticapitalismo. Si no se la ha considerado así, defiende en el libro, es porque existen intereses para ello.

Pregunta. ¿Por qué ser madre y feminista supone ser desobediente? ¿Desobediente con respecto al sistema neoliberal o con respecto a cierto feminismo?

Respuesta. Ser madre implica desobedecer porque vivimos en un sistema que es hostil a la maternidad y a la crianza, y si eres feminista y de repente eres madre, esa maternidad te reafirma en tus valores feministas. ¿Qué sucede? Que en general el feminismo ha tenido una relación compleja con la maternidad, porque en la medida en que la maternidad ha sido utilizada por el patriarcado como un instrumento de control del cuerpo de las mujeres, cuando el feminismo se rebeló contra esta imposición, en los años sesenta o setenta, en la Segunda Ola, se creó un discurso antipaternal y antirreproductivo, y no se abordaron las contradicciones que implica la maternidad. Por eso creo que desde el feminismo es necesario reivindicar la experiencia materna, no en clave romántica sino en clave de experiencia que tenemos que poder vivir como mujeres, al margen de las imposiciones y restricciones del sistema.

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