Hace unos meses en un acto de presentación de mi libro ‘Mamá desobediente’ decidí hacer un ‘experimento’. Pedí a todas las mujeres presentes en la sala que levantaran la mano en caso de haber tenido un parto por cesárea o instrumental, haber sufrido una episiotomía o haber sido separadas de su bebé nada más nacer. Casi todas alzaron el brazo. Lamayoría de esas mujeres sufrieron violencia de género.