Silvia Torralba | Canal Solidario
En mayo de 1998, 70.000 personas se manifestaron en Birmingham contra la deuda externa aprovechando un encuentro del G7. Diez años después de esta primera protesta internacional, hablamos con expertos para hacer balance y encarar retos.
Durante la década de los años 80 y mediados de los 90, la población de los países del Sur empezó a movilizarse por decir ‘no’ al pago de la deuda externa y protestar contra los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero no fue hasta 1996 que la lucha contra la deuda externa se internacionalizó. En mayo de 1998, con motivo de la cumbre del G7 en Birmingham, la campaña internacional de Jubileo 2000 reunió a más de 70.000 personas en las calles gritando contra la deuda y el tema entró a la agenda política.
Diez años después queremos repasar el trabajo hecho en este tiempo, la situación actual, los éxitos y los retos de futuro. Por eso hemos hecho una entrevista a Esther Vivas, autora del libro En pie contra la deuda externa.
La cumbre del G7 en 1998 fue decisiva para el movimiento contra la deuda porque el tema entró en la agenda política. ¿Qué avances ha habido desde entonces? ¿Se han cumplido las promesas políticas?
Esther Vivas: El movimiento contra la deuda externa ha conseguido un impacto importante a nivel simbólico y en la percepción que la sociedad tiene hoy de esta cuestión. Pese a la dificultad que supone hacer cercana una temática como ésta, el movimiento ha conseguido, en líneas generales, sensibilizar a la opinión pública y vincular el concepto de la deuda a una idea amplia de “generación de pobreza”.
A nivel institucional, pese a los numerosos pronunciamientos públicos por parte de organismos internacionales como el G8, los adelantos conseguidos han sido irrisorios. A la cumbre del G8 en Colonia, en junio de 1999, por ejemplo, sus miembros se comprometieron a anular el 90% de la deuda bilateral y multilateral de los 42 países más endeudados, pero mirando de cerca las cifras se observaba que estas tan sólo suponían un 3% de la deuda total de los países del sur. Hoy estos estados han reembolsado casi diez veces el total de la deuda del año 1980, pero aún así se encuentran cinco veces más endeudados.
¿De qué manera el movimiento contra la deuda ha repercutido en la creación de otras propuestas importantes como la vertebración del movimiento altermundialización y el trabajo en red entre norte y sur?
Esther Vivas: Las organizaciones contra la deuda con un perfil radical como Jubileo Sur o el CADTM a nivel internacional o la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa en el Estado español fueron actores importantes en el impulso y la vertebración del movimiento antiglobalización al percibir que conjuntamente con otros movimientos sociales se podía apostar por otro modelo de globalización.
Estos actores, principalmente Jubileo Sur y el CADTM, se implicaron muy activamente en el movimiento antiglobalización y en el proceso de los foros sociales. Su vinculación con otros organizaciones campesinas, de mujeres, contra las multinacionales… permitió una “contaminación mutua”, donde estos últimos asumieron como propia la demanda de anulación de la deuda mientras que los colectivos antideuda incorporaron nuevos enfoques feministas, anticorporativos, ecologistas.
Iniciativas como la Alianza Española contra la Pobreza, Enlazando Alternativas o el Tribunal Internacional de la Deuda han nacido posiblemente a consecuencia del trabajo hecho por el movimiento contra la deuda. ¿Esto quiere decir que el movimiento todavía es hoy en día muy activo? ¿En qué momento se encuentra?
Esther Vivas: El movimiento contra la deuda tuvo su máxima visibilidad pública el año 2000 a raíz de la campaña de Jubileo 2000 impulsada por la iglesia como una buena ocasión por pedir el “perdón” de las deudas. A raíz de esta movilización, organizaciones con un perfil más radical impulsaron también otras iniciativas. En el Estado español, además de la ‘Campaña Deuda Externa, Deuda Eterna?’, promovida por organizaciones católicas, surgió la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (XCADE) que el marzo del 2000 organizó una masiva consulta popular coincidiendo con las elecciones generales que consiguió más de un millón de votos en contra de la deuda.
Un segundo periodo de movilización importante fue el año 2005, cuando tras la victoria en las urnas del PSOE algunas organizaciones percibieron la apertura de una oportunidad política para volver a colocar la cuestión de la deuda en la agenda.
Este contexto empujó a la constitución de la campaña ¿Quién debe a quién? En marzo de 2005, con la aprobación en el Congreso de los Diputados de una Proposición de Ley reguladora del tratamiento de la deuda externa, se dio un nuevo impulso a la movilización para incidir en el carácter de esta Ley, la cual fue finalmente aprobada en noviembre de 2006 sin contar con muchas de las propuestas hechas por parte de los movimientos sociales.
Mirando hacia el futuro, ¿cuáles son los retos externos e internos del movimiento contra la deuda?
Eshter Vivas: A nivel interno hace falta mantener la dinámica de estos últimos años dónde los sectores más combativos han conseguido arrastrar a las organizaciones más moderadas hacia sus posturas (exigiendo la ilegitimidad de la deuda, el reconocimiento de una deuda histórica, social y ecológica del Norte respecto al Sur…) y marcar la pauta de la protesta a nivel internacional. A nivel del movimiento, hace falta continuar estableciendo alianzas con otros colectivos, bajo la premisa de unidad en la radicalidad, especialmente con las campañas de denuncia de las políticas comerciales y contra las Instituciones Financieras Internacionales con el objetivo de promover iniciativas conjuntas. Asimismo es importante continuar impulsando campañas y acciones de coordinación en el marco de los foros sociales.
Por otro lado, hace falta también mantener la tensión y la visibilidad pública sobre la cuestión de la deuda así como su mantenimiento en la agenda política. Un tema importante para el movimiento es la emergencia en los últimos años en América Latina de gobiernos que rompen parcialmente con el neoliberalismo como el de Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, y Correa en Ecuador. Este hecho abre nuevas posibilidades para la lucha contra la deuda externa y para conseguir posicionamientos conjuntos de los países del Sur contra el pago de la deuda, pero hace falta que los movimientos sociales los presionen.
En el Estado español, ¿cuáles son los retos de nuestras administraciones en cuanto a la deuda externa?
Esther Vivas: El trabajo de movilización y de presión de las organizaciones contra la deuda al Estado permitió la aprobación de una Ley reguladora de la deuda externa, en noviembre de 2006, que significaba un cierto adelanto en materia de transparencia informativa, desvinculación de la compra de bienes y servicios en las conversiones de deuda… pero se quedaba muy por debajo de las demandas que exigía el movimiento. Por ejemplo no consideraba ninguna responsabilidad del gobierno español en el origen del endeudamiento y en consecuencia no se podían anular las deudas contraídas por la venta de armas, por financiación de proyectos que respondían a intereses comerciales, etc. Tampoco se creaba una Comisión Parlamentaria Permanente sobre la deuda que permitiera establecer responsabilidades sobre la concesión de créditos ilegítimos; y además se continuaban contabilizando las operaciones de deuda como Ayuda Oficial al Desarrollo. Todavía queda muy para que el gobierno recoja las demandas de los movimientos sociales.