Una reseña del libro ‘Del campo al plato’
Fundació Terra
Este libro parte del testimonio de activistas, campesinos, investigadores y consumidores de todos los continentes, quienes, a partir de su análisis y experiencia, nos relatan el impacto de las políticas neoliberales en los circuitos de producción y comercialización de alimentos, ya sea en su país o a escala global, así como las luchas que llevan a cabo a favor de la soberanía alimentaria, el comercio justo y el consumo crítico. Del campo al plato nos muestra la cara oculta del sistema agroalimentario mundial, quiénes son sus principales actores, las causas que nos han conducido a la situación de crisis alimentaria, el impacto del actual modelo de producción agrícola y de consumo, y señala las alternativas planteadas desde distintos movimientos sociales. Un dato: en el Estado español, cinco empresas y dos centrales de compras controlan el 75 % de la distribución de alimentos
La alimentación no es hoy un derecho garantizado. El creciente monopolio del sector agroalimentario supedita la necesidad de comer al lucro económico. Unas pocas empresas transnacionales controlan cada uno de los tramos de la cadena alimentaria, desde la producción en origen, pasando por la transformación, hasta la distribución final, consiguiendo enormes beneficios gracias a un modelo agroindustrial liberalizado y desregularizado.
Se trata de un monopolio que les permite ejercer un fuerte control a la hora de determinar qué consumimos, a qué precio, de quién procede, cómo ha sido elaborado, a la vez que cuentan con el apoyo explícito de gobiernos e instituciones internacionales, que anteponen los beneficios de estas empresas a las necesidades alimentarias de las personas y al respeto al medio ambiente. Esta concentración empresarial ejerce un impacto muy negativo en todos los actores que participan a lo largo de la cadena: campesinado, transformadores, proveedores, trabajadores, consumidores, etc.
La actual crisis alimentaria pone de relieve esta grave situación. Hoy, la cifra de hambrientos a escala mundial suma 925 millones de personas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 75 más que antes de que empezara la crisis. Paradójicamente, nunca en la historia se habían producido tantos alimentos como ahora. Por lo tanto, el problema no está en la producción de comida, sino en el acceso a la misma, debido a que amplias capas de la población, especialmente en los países del Sur, no pueden pagar los precios establecidos.
Pero no solo la comida se ha convertido en un bien al servicio del mejor postor; los recursos naturales que deben garantizar la producción de alimentos, como el agua, las semillas, la tierra…, que durante siglos habían pertenecido a las comunidades, han sido expoliados y privatizados. Esto impide el libre acceso de los pueblos a la producción y al consumo de alimentos. El derecho a la alimentación está hoy en manos de las multinacionales de la industria agroalimentaria. Trabajar la tierra, plantar las semillas, acceder al agua, comer alimentos libres de transgénicos y sin pesticidas… no es hoy una opción al alcance de campesinos y consumidores.
En este contexto, es imprescindible reivindicar nuestro derecho a la soberanía alimentaria: que los pueblos puedan decidir sus políticas agrícolas y de alimentación, que puedan proteger y regular la producción y el comercio agrícola interior con el objetivo de conseguir un desarrollo sostenible y garantizar la seguridad alimentaria. Las políticas públicas tienen que promover una agricultura autóctona, sostenible, orgánica, libre de transgénicos y, para aquellos productos que no se cultiven en el ámbito local, utilizar instrumentos de comercio justo a escala internacional. Un cambio de paradigma en la producción, distribución y consumo de alimentos solo será posible en un marco más amplio de transformación política, económica y social, y la creación de alianzas entre campesinos, trabajadores, mujeres, inmigrantes, jóvenes, etc. es una condición indispensable para avanzar en esta dirección.
Del campo al plato es un material útil para poner al descubierto la lógica de un sistema agroalimentario extremadamente depredador e injusto y para analizar las causas de la actual situación de inseguridad y crisis alimentaria. Los autores se han esforzado para que este libro inspire y anime a las organizaciones de la sociedad civil a pasar a la acción política colectiva. Y es que en el ámbito de la soberanía alimentaria, es imprescindible el activismo para avanzar hacia ese “otro mundo posible” que preconizan los movimientos sociales.