Juan Manuel Zurita | Revista R@mbla
Mayo se viene, o mejor dicho, ya esta instalado como un mes bastante noticioso en cuanto a política se refiere, comenzó con la conmemoración del día de los trabajadores, para no tardar en volver a la palestra con el encuentro del Banco Central Europeo en Barcelona y está pronto a conmemorar un año del recordado 15M. Quizás no sea coincidencia entonces que Esther Vivas y Josep Maria Antentas lo hayan elegido para lanzar su segundo libro en colaboración: Planeta Indignado, Ocupando el futuro (Editorial Sequitur), que viene a analizar iel impacto de la actual crisis y los alcances del movimiento del 15M. Nos citamos en un café para conversar un poco de los temas que abarcan en su estudio.
Ayer participaron en la marcha del 1 de mayo anticapitalista ¿cómo vieron este primer día del trabajo del gobierno de Mariano Rajoy?
Josep Maria Antentas: Yo creo que el hecho de que hubiera más gente de lo habitual en las manifestaciones es un reflejo del clima político que hay, lo que era previsible después de la pasada Huelga General. Este 1 de mayo ha sido cómo una fecha de transición y prefigura un mes de mayo en el cual van a haber nuevas luchas sociales, empezando por las que se preparan desde el movimiento del 15M y seguramente también habrá nuevas convocatorias sindicales. Creo, entonces, que esto es reflejo de que la lucha contra el gobierno de Mariano Rajoy ha empezado bastante rápido. Y lo que hemos visto desde la Primavera Valenciana hasta ahora es que rápidamente la reacción a este nuevo gobierno ha comenzado y que éste será un mes en el cual veremos cómo las luchas sociales van a seguir remontando frente a las políticas de recortes anuciados de “cada viernes”.
Esther Vivas: Lo que hemos visto es que desde que emergió el movimiento de los indignados las razones de la indignación han ido a más, a la vez que se han intensificado la ofensiva para recortar derechos económicos, sociales y democráticos y esto ha llegado a un extremo inimaginable hace algún tiempo. Todo esto ha dado más razones a la gente para salir a la calle y movilizarse. Y lo que hemos visto, también, es que estas medidas de privatizaciones han ido acompañadas de medidas que criminalizan a la disidencia política y social, que se basan en la política del miedo. Esto ha quedado patente en la manifestación del 1 de mayo anticapitalista, donde el objetivo del enorme despliegue policial era intimidar y coaccionar: identificando a las personas que acudían la manifestación, preguntándoles por su ideología, etc.
Hay dos conceptos claros que me señalaban, uno es el de “respuesta” y el otro es que la gente “no ha tardado en manifestarse ante el nuevo gobierno“. Pero el gobierno tampoco ha tardado en aplicar sus reformas. ¿Cómo puede generarse una opción que no solo actúe como reacción ante las medidas ya tomadas?
Josep Maria Antentas: Tenemos una situación donde la dinámica global del movimiento es una dinámica defensiva frente a una serie de ataques sociales que no tienen parangón en décadas, y hay un intento de defenderse ante este ataque. Pero al mismo vemos que el movimiento tiene una cierta lógica ofensiva que es muy disruptiva. Por ejemplo, cuando se ocupa el rectorado de la universidad para que no se apruebe el presupuesto. Entonces el movimiento se está defendiendo frente a una agresión pero de forma disruptiva. O sea, estamos en una fase irregular donde hay una reacción a un ataque sin precedentes, pero que aún siendo defensiva esta reacción tiene estos elementos de contraofensiva.
Y respecto a estos ataques y viendo la mano de esta administración, ¿qué es lo que se espera al fin de este gobierno?
Esther Vivas: Por un lado, la dinámica que estamos viendo es la de una de creciente intervención por parte del Banco Central Europeo, la Comisión Europea… en lo que son las economías periféricas de la Unión. Desde este modo, vamos a ver qué pasa con el Estado español. Está claro que hay presiones importantes de los llamados mercados, del poder económico y financiero, la Unió Europea, Alemania… y estas presiones van a continuar y van a implicar mayores medidas de recortes.
Al mismo tiempo, estamos viendo la actitud prepotente del gobierno de Mariano Rajoy en la imposición de estas medidas cuando afirma que “viernes tras viernes continuarán habiendo recortes”. Esto nos recuerda a la época del gobierno de Aznar, cuando nos llevó a la guerra de Irak con el 90% de la opinión pública en contra. Y esta prepotencia la vemos, también, en el gobierno catalán, con la política represiva del consejero Felip Puig. Y esta dinámica va a ir a más. Entonces lo que tenemos que ver es cuál será la respuesta social.
Si hace algunos años nos hubieran preguntado por la emergencia de un movimiento como el del 15M no lo hubiéramos imaginado, como tampoco hubiéramos imaginado la envergadura de los recortes que se están llevando a cabo, que llegan incluso a reformar algo que siempre nos han vendido como “intocable” como la constitución para poner techo al déficit público.
Josep Maria Antentas: Estamos en un momento de excepcionalidad histórica en donde lo que está en cuestión es todo un modelo de sociedad. El problema no son sólo los recortes, sino que, tras los mismos, hay una voluntad de cambio en el modelo social donde se quiere que el capital gobierne sin límites y sin freno.
En este sentido la crisis es un punto de inflexión, un antes y un después, y nunca se vuelve al antes de la crisis. Se sale de la crisis en un sentido o en otro. Y ahí están las distintas opciones. La del 15M que apuesta por un cambio de modelo en un sentido solidario y de justicia social y la del capital que apuesta por más desregulación y menos límites para si mismo.
¿Hacia dónde se encamina el Estado español? ¿Hacia uno de corte netamente neoliberal?
Josep Maria Antentas: Todo depende de quién gane en ese choque que estamos viviendo. El capital, por un lado, pretende “latinoamericanizar” Europa, o almenos la Europa mediterránea, en lo que se refiere a la desigualdad, los pocos derechos sociales. La salida a la crisis, pero, no está prefigurada de antemano. Asistimos a un choque entre opciones de sociedad distintas. De momento es el capital el que está avanzando, pero el movimiento es fuerte aunque todavía no ha alcanzado una fortaleza suficiente para provocar un cambio de paradigma. No hay que asumir entonces de forma fatalista que el cambio que propone el capital es inevitable.
Y en ese escenario, ¿en qué puede gravitar la elección francesa?
Esther Vivas: Creo que independientemente de que cambie el gobierno en Francia, la dinámica va a ser la misma. Aquí hemos visto que cuando estaba el gobierno del PSOE y ahora el del PP, más allá de algunas medidas puntuales, las políticas económicas son exactamente las mismas, por ello es necesario plantear alternativas políticas a las actuales. Y éste es también uno de los retos de este ciclo que se abre.
Hoy el descontento se está dando en distintas partes del mundo, la Primavera Árabe, las protestas estudiantiles en Latinoamérica, pero también el capital está organizado globalmente. ¿Cómo evalúan lo que está pasando fuera de las fronteras?
Esther Vivas: Yo creo que hay una perspectiva global de la protesta. Desde mi punto de vista el 15M surge a raíz de todo lo que estábamos viendo en el mundo árabe. Cuando figuras como Ben Alí en Túnez o Mubarak en Egipto cayeron por la presión social, por la movilización popular y la protesta, esto hizo que aquí la gente empezara a plantearse un “nosotros podemos”. La ocupación de la plaza Tahrir se tomó como un referente así como Islandia y las movilizaciones en Grecia. Vemos, así, como el movimiento tenía una perspectiva internacional que quedó claramente puesta de manifiesto en la jornada global del 15 de octubre y que veremos otra vez ahora con las jornadas de protesta del 12 y 15 de mayo. Y hay que avanzar en esta dirección porque, cómo bien dices, el capital es global y las resistencias tiene también que serlo.
Josep Maria Antentas: Hay una estrategia política del poder para justificar una intensificación de la represión y una política de criminalización muy fuerte, donde se disminuye el estado social por un lado y se aumenta el estado policial por otro.
La represión busca el miedo, hacer que la gente no vaya a las manifestaciones porque se va a encontrar con problemas, y crear miedo entre los propios activistas porque se están jugando la piel porque “vamos a ir a por vosotros”. Se intenta separar la opinión pública mayoritaria de los sectores más activistas, pero esto a veces les puede funcionar y otras veces no y puede tener un efecto inverso al deseado. Hasta ahora la represión ha sido tan desproporcionada que ha fracasado en su intento. Por ejemplo, fue tan exagerada la respuesta político-mediática-policial tras los hechos del Parlament de Catalunya, el 15 de junio, que al final la población no se creyó la mentira. La clave es no encerrarse en uno mismo ante el asedio del poder, sino tener una respuesta unitaria y lo más fuerte y amplia posible para evitar que el movimiento se aísle del grueso de la sociedad.
*Entrevista en la revista r@ambla. Texto de Juan Manuel Zurita y fotografías de Francesc Sans. 04/05/2012.