La Primavera Árabe y especialmente las movilizaciones en la cairota plaza de Tahrir demostraron al mundo que la colectividad podía cambiar las cosas y abrieron el camino al movimiento de los indignados español, el 15-M, para ocupar Sol y la plaza de Cataluña, al que siguieron los Occupy de Nueva York.
Ésta es una de las conclusiones a las que han llegado el profesor de sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro del Centro de Estudios Sociológicos de la Vida Cotidiana, Josep Maria Antentas, y la periodista, socióloga y miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), Esther Vivas, autores del libro Planeta Indignado. Ocupando el Futuro.
El trabajo, editado coincidiendo con el primer aniversario del 15-M, es el primero que analiza desde diferentes perspectivas, histórica, política, económica y social, el origen, el presente y el futuro de los movimientos de indignación mundial. Esther Vivas ha explicado que sin la Primavera Árabe no hubiera sido posible el movimiento de indignación español, aunque también tiene sus raíces en algunas otras llamaradas de contestación social que han surgido en este siglo.
El libro hace un repaso a las causas de la crisis económica y social que ha dado lugar a la indignación colectiva a escala global, con Islandia y Grecia, como paradigmas de este fenómeno.
“Hemos analizado las intersecciones entre todos los movimientos de indignación y hemos encontrado puntos de encuentro, también con los movimientos feminista y ecologista”, ha señalado Vivas, que constata que la revelación de que el poder político está sometido al económico ha catapultado a los movimientos de indignados.
“La rebelión de los indignados representa la emergencia de un nuevo ciclo internacional de protesta que tiene su elemento motriz en la lucha contra los efectos de la crisis y las políticas que buscan transferir su coste a las capas populares”, según los autores, que culpan de ello a un neoliberalismo incapaz de dar respuesta al nuevo orden mundial tras la caída del muro de Berlín.
Vivas augura que al cumplirse un año del 15-M, y tras un otoño que no ha sido “tan caliente como se esperaba”, habrá un nuevo repunte del movimiento “que ya ha comenzado con la primavera valenciana, la huelga general del 29M y las manifestaciones del primero de mayo”. Para Vivas, “la política de recortes, represión, intimidación, miedo y criminalización de la protesta social fomentarán aún más al movimiento 15-M, quetiene mucho apoyo social”.
Defiende que el 15-M “ha empezado a cambiar cosas porque ha tenido un impacto importante en el imaginario colectivo” y ha puesto como ejemplo el caso de la lucha contra las hipotecas y los desahucios injustos o la implicación de los indignados en las asociaciones vecinales, estudiantiles, en las movilizaciones contra el cierre de los ambulatorios o las protestas de los afectados por las participaciones preferentes.
Y sobre el futuro de la indignación en Europa, los autores sostienen que se abren dos escenarios alternativos: “El primero es que avance de forma imparable el ‘bulldozer’ del ajuste, triturando las resistencias a su paso, y consiga consolidar un sistema político cada vez más oligárquico y plutocrático y un modelo de sociedad donde el capital reine sin límites”.
El otro escenario que plantean es que “la magnitud de la tragedia provoque un ‘boomerang’ social del que sólo hayamos visto los prolegómenos y se acentúe la crisis de legitimidad de instituciones políticas y económicas abriéndose la puerta a un cambio de paradigma y de modelo”. Mientras, advierten de un gran peligro: “la indignación reaccionaria que bajo la forma de populismos derechistas, fundamentalismos religiosos y xenofobia, avanza entre las clases populares y medias” y, como ya sucede en algunos países europeos, “se abren nuevos espacios a la extrema derecha patriotera”.