Una reseña del libro ‘Planeta indignado’
Miguel Romero | Viento Sur
Esther Vivas y Josep Maria Antentas fueron activistas del “movimiento antiglobalización” desde la primera hora y en todas su trayectoria; estaban también en la Plaça de Catalunya desde que empezó su “ocupación”, son militantes políticos, anticapitalistas e internacionalistas. Esta combinación de cualidades es bastantes más rara de lo que pudiera parecer y hace que estén bien pertrechados para escribir un libro como éste, que tiene la ambición de analizar el “nuevo ciclo internacional” de protesta creado por las movilizaciones de “indignados(as)/occupiers” según los términos elegidos por los autores.
Esther y Josep Maria son conscientes de los límites y el riesgo de su objeto de estudio: “Intentamos leer un movimiento social en construcción, una rebelión en marcha” (p.48). Gran parte, y la mejor parte, del libro alcanza este objetivo. Incluso más allá de “leer”, se analizan problemas centrales que plantea el movimiento y se dan respuestas, que pueden ser polémicas, pero son siempre estimulantes. Por ejemplo, el “nuevo ciclo internacional de protesta”, en la medida en que se considera no como una hipótesis razonable pero, precisamente, todavía “en construcción”, sino como un proceso consolidado, lleva en mi opinión a hacer una amalgama de movimientos diversos (p.46), desde la “primavera árabe” hasta las protestas en Rusia por el fraude electoral asociado a la victoria de Putin, que responden todos a manifestaciones diversas de la crisis sistémica, pero están por el momento desagregados y ésta es una de las características principales de la situación. Incluso el emparejamiento “indignado/occupier”, que es una idea que recorre todo el libro, no me parece que éste siendo confirmada por la experiencia. Pero aunque no se compartan estas opiniones, el libro es muy valioso para ayudar a comprender un movimiento tan original y complejo como el que estamos viviendo, un movimiento polimorfo, que se extiende y se reproduce modificándose. En este sentido, la relación entre el 15M 2011 y el 25S 2012 podría dar lugar a un nuevo e interesante capítulo anexo al libro. Conociendo a los autores, no me extrañaría nada que lo escribieran.
Reconozco que es una exageración polémica decir que hay “dos libros” dentro de Planeta indignado. Pero el capítulo final, “Ocupemos el futuro”, sobre el “regreso” de la política anticapitalista y de la revolución, me parece como “pegado”, un texto de tesis que no se corresponde con el enfoque, en mi opinión mucho más interesante y valioso, de los capítulos anteriores. Esther y Josep Maria proponen una tarea tan desmesurada (“Se trata precisamente, de partiendo de una determinada visión del mundo y de un sólido conocimiento del pasado, dejarse interrogar por lo nuevo y por el futuro que germina en el presente, con la voluntad de reactualizar en permanencia, a modo de ‘work in progress’ estratégico, los fundamentos de una estrategia y una política revolucionaria que echa sus raíces en los dos siglos de luchas emancipatorias que tenemos a cuestas” p. 171) que, a mi parecer, tiene fuertes riesgos de entrar en conflicto con el aprendizaje en el movimiento real y la convergencia con quienes lo compartimos desde tradiciones y concepciones emancipatorias diversas. O, utilizando, otra vez el exceso polémico del comienzo del párrafo, corre el riesgo de entrar en conflicto con la orientación general de los otros siete capítulos del libro.
Escriben Esther y Josep Maria: “En cierta forma ésta no es una carrera con una ruta bien definida. Hay posibilidades de perderse en caminos marginales que nos hacen distraer y encallarnos en el barro (p. 170). Cierto, pero también puede uno perderse y encallar, y no faltan los ejemplos, en las “grandes avenidas” de las “visiones del mundo”.
*Reseña publicada en Viento Sur, nº125, noviembre 2012.