Diana Oliver | De Mamas & de Papas El País
“El ideal materno oscila entre la madre sacrificada, al servicio de la familia y las criaturas, y la superwoman capaz de llegar a todo compaginando trabajo y crianza”. Con esa frase lapidaria arranca Esther Vivas su Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad (Capitán Swing), un ensayo –disponible en castellano y catalán (‘Mamá desobedient’, Ara Llibres)– en el que la periodista analiza los retos a los que se enfrentan las madres hoy. Lo hace con su habitual estilo reivindicativo y sin olvidarse de dónde venimos y hacia dónde vamos, apoyándose en interesantes referencias que van desde las sufragistas hasta las asociaciones que visibilizan fenómenos como la lactancia o el parto.
También nos pone frente a frente con cuestiones tan controvertidas como la maternidad subrogada, los permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, la violencia obstétrica y el derecho a un parto respetado o el negocio de la lactancia artificial. “Cómo vamos a vivir la maternidad no solo depende de las prácticas que nosotras podamos llevar a cabo sino también del medio en el que se ejerza esa maternidad”, dice su autora. Una maternidad que, en opinión de la periodista, no podremos vivir libremente si no nos rebelamos contra lo establecido. O más allá, si no convertimos la maternidad en un asunto público para que ocupe el lugar en el que siempre debería haber estado.
Pregunta. La maternidad ha sido un asunto “incómodo” para el feminismo. ¿Cómo definirías lo que es una maternidad feminista?
Respuesta. Para mí una maternidad feminista es una maternidad desobediente, una maternidad insumisa, que rompe con los arquetipos que nos han impuesto a lo largo de la historia, que rompe con la maternidad patriarcal que ha encerrado a las madres en el hogar y que ha infravalorado el trabajo de los cuidados. También creo que es aquella que rompe con la concepción neoliberal actual de la maternidad en la que la crianza y el cuidado quedan supeditados al mercado.
Cuando hablo de esta maternidad insumisa, rebelde, desobediente, no se trata tanto de idealizar la maternidad como de darle ese valor político, social y económico que tiene y que le ha sido negado.
P. ¿Qué dirías que aporta el feminismo a la maternidad y viceversa?
R. Tradicionalmente la maternidad ha sido un tema muy incómodo para el feminismo porque ha sido un mecanismo de control del patriarcado. El feminismo se ha rebelado contra esa imposición pero no se han abordado debates de fondo sobre lo que implica la maternidad y queda una relación mal resuelta entre feminismo y maternidad.
Por lo tanto, no creo que se trate de renegar del hecho de ser madres sino de las condiciones en las que somos madres en el patriarcado. El problema de la maternidad no es la maternidad en sí misma sino la instrumentalización que ha hecho el patriarcado de la maternidad. Desde un planteamiento feminista lo que se debe hacer, y cito a Adrianne Rich, es romper con esa “institución” de la maternidad; con esa imposición de lo que debe ser la maternidad, y recuperar la experiencia materna sin idealizarla para poderla vivirla libremente.
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