Tamara Montero | La Voz de Galicia
¿Cómo es una madre feminista? Esther Vivas (Sabadell, 1975) lo contesta con dos palabras, las que dan título su libro: Mamá desobediente (Capitán Swing), una llamada a la reflexión y a la transgresión de los dos únicos modelos de maternidad que se presentan: la abnegada y la neoliberal.
-Pues eso. ¿Cómo es una madre feminista?
-Una maternidad feminista significa rebelarse contra estas maternidades impuestas y reivindicar la maternidad sin idealizaciones, poder vivir la experiencia materna al margen de las imposiciones del sistema.
-Este libro es una llamada la conciliación, en este caso entre el feminismo y la maternidad, que tienen una relación complicada.
-Maternidad y feminismo han mantenido una relación compleja, porque la maternidad ha sido utilizada por el patriarcado como un instrumento de control sobre el cuerpo de las mujeres. En la medida en que las feministas de la segunda ola, en los años 60 y 70, se rebelaron contra esta imposición de la maternidad como destino único se cayó en parte en un cierto discurso antimaternal y antirreproductivo. Desde mi punto de vista es tan reduccionista decir que las mujeres solo podemos ser madres como decir todo lo contrario. Creo que es fundamental que esta nueva ola feminista que hoy emerge incorpore la reivindicación de la maternidad entre sus propuestas, reivindicar esta maternidad en clave emancipadora y feminista. A la vez también todas estas experiencias maternales que se multiplican en lo local, como grupos de apoyo a la crianza, a la lactancia, también es importante que miren a la maternidad en clave feminista.
-La maternidad y la crianza están de plena actualidad. Primero, el incremento del permiso de paternidad. Pero el de maternidad se queda como estaba.
-Sí, es positivo que se haya ampliado el permiso de paternidad, pero lo que vemos es que en muy pocos años el permiso de paternidad ha aumentado de una manera sustancial. Incluso se hacía efectiva la propuesta de que en el 2019 los padres tengan 8 semanas de permiso y eso significa que en solo tres años el permiso de paternidad habrá aumentado un 300 % y la paradoja es que el de maternidad, en 30 años no se ha movido ni una coma. Desde el año 89 el permiso de maternidad es de 16 semanas. Este es un permiso muy escaso también, porque ni siquiera permite la lactancia materna exclusiva durante ocho meses, como recomienda todas las instancia de salud. Lo que es incoherente es reivindicar el incremento del permiso de paternidad sin reivindicar el aumento del de las madres.
Seguir leyendo la entrevista aquí.