Mafé Cardona | La Mala Mamá
La gestación Subrogada es una práctica en la que una mujer gesta en su vientre a un ser humanx, la mayoría de las veces con la carga genética de quienes la contrataron, para satisfacer el deseo de maternidad y paternidad de estas personas. Es una práctica reproductiva altamente debatida en la actualidad e incluso prohibida en países como España, Francia, Alemania y Suiza. En Colombia, según un artículo del periódico El Tiempo, no hay una regulación sobre esta práctica pero tampoco está expresamente prohibida. ¿Cuáles son los problemas y las violencias hacia la mujer gestante y el bebé que encarna el alquiler de vientres?
Para responder esto hablé con Esther Vivas, socióloga, periodista y autora de Mamá desobediente.Una mirada feminista a la maternidad, un libro en el que Vivas lleva al terreno público y político la maternidad. Es una obra que nos permite conocer culturalmente cómo se ha construido lo que significa ser madre, las violencias a las que estamos expuestas quienes decidimos serlo, los problemas estructurales de una sociedad antimaternalista, adultxcentrista y niñxfóbica, entre otros temas.
¿Por qué la gestación subrogada no es una técnica reproductiva más?
No lo es porque implica la mercantilización de un proceso biológico como es el embarazo. La gestación subrogada convierte el útero de las mujeres y nuestra capacidad de gestación en un negocio.
En términos sociales, ¿por qué es posible que exista el alquiler de vientres más allá de problemas de fertilidad?
Por un lado, hay un negocio que lo ampara. Y por otro, hay una visión muy reduccionista de la maternidad y la paternidad, hasta cierto punto narcisista, que la reduce a lo biológico. Cuando ser madre o padre va más allá de que tu criatura lleve tu carga genética.
A las personas que nos oponemos a la gestación subrogada se nos dice, entre otras cosas, que estamos atentando contra la libertad de las mujeres ya que controlamos sus cuerpos al decirles que no deberían alquilar su vientre. ¿Qué opinas?
No hay una demanda social de mujeres que quieran ser gestantes altruistas, lo que hay son unos intereses económicos vinculados al negocio de la infertilidad. La maternidad subrogada es posible debido a las desigualdades económicas, que empujan a mujeres con pocos recursos a alquilar sus vientres para que otras personas puedan tener criaturas.
Esta práctica ve a la mujer que gesta como un contenedor, pero tú en tu libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, dices que esa mujer gestante es madre. ¿A qué te refieres?
La madre gestante es madre porque durante nueve meses engendra ese bebé. Se llega a afirmar también que la madre subrogada no tiene nada que ver con el bebé porque el embrión no posee su carga genética. Sin embargo, las mujeres embarazadas pueden llegar a modificar el genoma del embrión incluso si el óvulo es de otra mujer, y sus hábitos son determinantes en el desarrollo embrionario.
Decir que una mujer embarazada es madre puede ser difícil de entender en un contexto social que todavía necesita que se despenalice totalmente el aborto. ¿Cómo hacer entender que criticar y buscar que se prohíba esta técnica reproductiva no es estar en contra del aborto ni idealizar la gestación de las personas con útero?
Justamente reivindicar el derecho al aborto y estar en contra de la gestación subrogada tienen un mismo punto en común: defender el derecho de toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Y esto no se reconoce ni en un caso ni en otro.
¿A qué violencias están expuestas las mujeres en la industria de la gestación subrogada?
Se vulnera el derecho de la madre gestante a decidir sobre su cuerpo durante el embarazo, porque tiene que firmar un contrato irrevocable a partir del cual no puede decidir sobre su cuerpo a lo largo del periodo de gestación. Es una práctica que menoscaba sus libertades individuales. Asimismo, la madre gestante, en la mayoría de los casos, es separada de su bebé nada más nacer. En última instancia, es siempre la persona o personas contratantes de la gestación quienes deciden si esa madre gestante puede ver o tener alguna información respecto a la criatura que ha gestado. A menudo, no se le permite ver al bebé, no se le da información sobre su estado de salud y no sabe nada más de la criatura en su vida. Algo que puede dejar una huella emocional profunda.
En tu libro cuentas el caso de Melisa Cook, una mujer que alquiló su vientre, quedó embarazada de trillizos, el padre de los fetos -que fue quién la contrató- le dijo que tenía que abortar uno, ella se negó y demandó en los Tribunales para quedarse con la custodia del bebé que el padre quería que abortara y de los otrxs niñxs si estaban mal atendidos (algo que parecía ser cierto). La respuesta del Tribunal Federal fue que “no se podían tener en cuenta los derechos de las criaturas”. Pienso que el gran problema de quienes defienden la gestación subrogada o quienes buscan que se regule es no tener en cuenta los derechos de lxs niñxs, lo que, para mí, es una muestra más de cómo el adultxcentrismo es reproducido incluso en sectores feministas. ¿Cuáles son los problemas de no tener en cuenta los derechos de lxs niñxs y qué derechos se están vulnerando?
Se vulnera el derecho del recién nacido a estar con su madre gestante, con quien él espera encontrarse al nacer, pues la identifica como su única madre. Esta separación tiene un impacto emocional a largo plazo, como apunta la psicología perinatal. Habrá quien piense que lo mismo sucede con una adopción, pero hay una gran diferencia, en esta última la criatura se encuentra en dichas circunstancias, mientras que en la gestación subrogada es la familia del bebé la que decide hacerlo pasar por esa gestación, parto y separación forzosa, anteponiendo sus deseos a los derechos del bebé.
Esto me lleva a la última pregunta: en caso de que se “preste” el vientre de forma altruista, sin pago, o si hay pago el trato hacia la madre gestante sea digno, ¿cuál es el problema de la gestación subrogada?
Que los derechos de la criatura son vulnerados en la misma medida, y que la legalización de esta práctica, aún y teniendo en cuenta lo que tú señalas, puede abrir la puerta a prácticas en la gestación subrograda que igualmente sigan vulnerando los derechos de las madres gestantes.
Si quieren conocer más sobre este tema, en el libro de Esther Vivas hay una sección dedicada a las técnicas reproductivas y al alquiler de vientres. En Colombia fue publicado por Icono Editorial y se consigue en la página web de la editorial y en distintas librerías del país.