Una reseña del libro ‘Mamá desobediente’
Valeria Silva Guzmán | La Razón
Hace pocos meses la editorial El Cuervo imprimió la edición boliviana de uno de los libros más disruptivos respecto a la maternidad: Mamá Desobediente de la española Esther Vivas. En este ensayo, la autora revisa una serie de fuentes históricas con las que constata, por ejemplo, que el parto en tanto reproducción de la vida e instancia de poder, ha sido asaltada por el poder de los hombres. Vestigios incluso ya prehistóricos evidencian que la ciencia del nacimiento estuvo bajo el comando de las mujeres, tanto de las mujeres gestantes como de las sabias parteras que trabajaban conjuntamente para dar lugar a la llegada de una nueva persona.
Pero con la cacería de brujas que inicia el siglo XV y se extiende hasta el XVII, las comadronas empiezan a ser perseguidas y acusadas de brujería, llegando a ser muchas de ellas, quemadas vivas. Justamente en este periodo es cuando el nacimiento se mercantiliza y la ciencia médica relega definitivamente a las mujeres especialistas en el tema, quitándoles su campo de acción o dejándoles roles secundarios de asistencia al médico varón. Este quiebre, finalmente, desnaturaliza el nacimiento y la crianza de la primera infancia, dejándola organizada bajo patrones antinaturales, dictados por el médico.
La modernidad y la instalación del modo de producción capitalista constituyen el tiempo en el que la maternidad deja de ocupar el lugar protagónico que otrora tenía en las sociedades. Pero no solo eso, sino que ser madre se convierte en uno de los caminos más pedregosos para recorrer. Las jornadas laborales, la problemática de la propiedad de la tierra y el rigor civil que empieza a determinar la interacción social son sencillamente incompatibles con las necesidades naturales que demanda la maternidad, sobre todo en los primeros años de vida de las niñas y los niños. Lamentablemente, esta incompatibilidad hoy está perfeccionada.
En efecto, las sociedades actuales, patriarcales y capitalistas son incompatibles con el desarrollo de la maternidad. A lo anterior se adhiere perfectamente la instalación de fechas conmemorativas como el muy celebrado “día de la madre”, mismo que en Bolivia tiene como origen un importante levantamiento de mujeres, sin que esto diluya el carácter comercial y de marketing que hoy impera en la celebración. En resumen, es válido menospreciar el trabajo de las madres todo el año si es que en el día conmemorativo se entregan regalos o tarjetas.
El acto de maternar que naturalmente es un acto social y que demanda comunidad hoy es prisionero del individualismo y de la falta de empatía. Por un lado, la legislación nacional aún es insuficiente a la hora de proteger a las madres. Por ejemplo, la escasa seguridad social o las dificultades para acceder a un empleo que atraviesan las madres campean, sobre todo en el ámbito privado. Por otro lado, el imaginario colectivo, determinado por las condiciones capitalistas, organiza los hogares de manera tal que todo el trabajo doméstico recae, generalmente, en las madres.
Cuando una mujer, que ya vive conflictuada por su género, se convierte en madre, se convierte también en una persona que atraviesa muchas más dificultades. Y por si fuera poco, el ser madre está planteado como el destino obligatorio de las mujeres después de cierta edad; eludir este destino aún hoy es un acto que muchos perciben como antinatural. En suma, la sociedad exige que las mujeres devengan en madres pero es absolutamente perversa y dañina con las mujeres cuando esto sucede.
Dice Vivas, en su libro, que “la maternidad no es sino un camino lleno de incertidumbres”. En ese camino, por lo general, se pierden sueños, planes e historias, por efecto de las estructuras patriarcales que con mucha rebeldía y fuerza hoy cada vez más mujeres están decididas a romper o, mínimamente, combatir. Ciertamente el mundo será un lugar mucho más justo y feliz si es que las mujeres madres llegan a conciliar sus proyectos de vida, los propios y los que están propiciando para sus hijas e hijos.