Brenda Yañez | Expansión Política
Esther Vivas urge a ver la maternidad desde una perspectiva distinta a la tradicional. “Solo desde una perspectiva feminista podremos vivir una maternidad con menos culpa, en donde entendamos que no tenemos que ser la madre perfecta, sino la madre que podamos ser en las circunstancias con las que nos encontremos”, plantea la periodista, escritora y socióloga española.
Autora del libro Mamá desobediente, Vivas destaca en entrevista la necesidad de defender la maternidad desde el seno de los movimientos que buscan cambiar a la sociedad, en concreto, desde el movimiento feminista.
Vivas explica que Mamá desobediente es un ensayo sociológico y periodístico, con testimonios de mujeres —incluido el suyo— que narran sus experiencias como madres. En el texto, aborda las luces, las sombras, los dolores y los silencios de la experiencia materna, elementos que considera invisibilizados.
Mirar la maternidad con gafas moradas nos permite entender que hay vida más allá del mandato de la maternidad y del mito de la buena madre”.
¿Cuál es la importancia de mirar la maternidad desde una perspectiva feminista?
Cuando nos convertimos en madres, tenemos que encajar en un determinado tipo de madre. Tenemos que ser la madre abnegada, sacrificada, casi sin vida propia y, al mismo tiempo, tenemos que ser la superwoman que llega a todo, con un cuerpo perfecto a los dos días de dar a luz, que no se equivoca y que nunca fracasa.
Ese ideal de la buena madre nos genera mucho malestar y culpa, porque nunca llegamos a ser esa madre ideal que nos dicen que tenemos que ser. Es un ideal que responde a una construcción social y cultural de un sistema y una sociedad capitalista y patriarcal, que no toma en cuenta las necesidades ni los derechos de las mujeres; por ello, es imprescindible reinvindicarnos por una maternidad feminista, libre y con plenitud de derechos.
Solo una maternidad defendida desde una perspectiva feminista nos permitirá vivir una maternidad donde podamos decidir sobre nuestro cuerpo, nuestro embarazo, nuestro parto y nuestra lactancia”.
¿Cómo impacta el sistema patriarcal y capitalista en las maternidades?
Pensamos en la maternidad como una experiencia neutral, pero en realidad viene condicionada por el contexto social y cultural en el cual nos encontramos. La mirada que tenemos de la maternidad es resultado de una sociedad y un sistema patriarcal que invisibiliza las necesidades de las mujeres, que niega el trabajo de los cuidados, que vulnera los derechos de las mujeres y, en consecuencia, también de las madres. Miramos a la maternidad como la construcción social y cultural, donde la mujer madre se supone que no tiene vida porque no tiene otros intereses; por ello, es fundamental hablar de la maternidad real y entender que ese espejo en el cual nos miramos y nos mira la sociedad es falso y no responde a la experiencia real de quienes tenemos hijos.
Debemos ser conscientes de que cuando miramos al parto o a la lactancia también es fruto de esta sociedad patriarcal y productivista, porque hemos asociado el parto a una enfermedad, a un proceso que hay que medicalizar, cuando lo que la madre y el bebé necesitan es tiempo, respeto y confianza, pero en cambio se aplica una lógica productivista y mercantilista. Esta mirada productivista y neoliberal supone que el cuidado y la crianza están supeditados a lo productivo, donde se considera que ser madre penaliza y dificulta la carrera profesional de las mujeres, cuando el problema no es la maternidad sino el mercado de trabajo hostil a la experiencia materna y a la crianza.
Entonces, ¿por qué ser madres desobedientes?
El libro lo titulé así porque considero, en primer lugar, que las mujeres tenemos que desobedecer el mandato de la maternidad. La maternidad debe ser fruto de una elección libre, no puede ser una imposición y, al mismo tiempo, cuando nos convertimos en madres tenemos que desobedecer al ideal de la buena madre perfecta y, por el contrario, reivindicar la maternidad real, el derecho a decidir sobre nuestro embarazo, parto y lactancia.
A menudo, cuando quedamos embarazadas se nos infantiliza, no se nos considera como un sujeto con capacidad de decisión, se nos vulneran nuestros derechos, y hay que reivindicar esa maternidad desobediente que se erige como sujeto político y como sujeto de derechos. Esa maternidad desobediente que dice ‘en mi embarazo, en mi parto y en mi lactancia mando yo’, y que además se reconcilia con nuestras capacidades biológicas, porque también nos han hecho creer que no podemos parir o amamantar, hay que reconciliarnos con estas prácticas sin idealizarlas.
¿Qué otros tabúes sobre la maternidad debemos visibilizar?
Hay algunos temas que son particularmente silenciados, en especial aquellas cuestiones que chocan con lo que socialmente se espera de ti como mujer y madre. Un gran tema tabú es la infertilidad, porque se espera que como mujer vas a quedar embarazada fácilmente y a veces no sucede, por eso es importante hablar de los problemas de infertilidad que sufren muchas mujeres y hombres, de las causas ambientales y socioeconómicas que los originan. Cada vez estamos más expuestos a tóxicos ambientales que minan la fertilidad humana y también las condiciones de precariedad laboral dificultan tener los hijos que tú quieres y cuando quieres, porque posponemos la maternidad hasta tener una cierta estabilidad laboral que nunca llega, y que cuando te planteas tener hijos tienes dificultades debido a problemas de infertilidad a causa de la edad.
Otro tema es la muerte gestacional; se espera socialmente que la mujer embarazada dé a luz a un bebé vivo y esto a veces no es así, y no se reconoce esta pérdida, este dolor. Hay que empezar a visibilizar esta realidad. Las mujeres que pierden a su hijo estando embarazadas son madres, es su criatura, su bebe, y hay que acompañar ese duelo correctamente a nivel social y sanitario. Un tercer tema tabú es la depresión posparto; se espera que una mujer embarazada que acaba de dar a luz esté enamorada de su bebé y esto a veces no sucede. La depresión posparto también es parte de la experiencia materna que hay que normalizar y reconocer para que esas mujeres que necesitan ayuda la puedan transitar.
Si nombramos e identificamos estos temas, ¿cuál es el siguiente paso?
Como mujeres, necesitamos ser conscientes de que tenemos derechos como madres, tenemos que reivindicarnos como sujetos de derechos con capacidad de decisión… hay que reivindicarnos y autoafirmarnos de que en mi embarazo, mi parto y mi lactancia mando yo.
¿Cuál es su perspectiva de la maternidad en América Latina y en México?
A pesar de que la maternidad es una experiencia muy personal, viene atravesada por sentimientos y desigualdades universales: la soledad, la culpa, el sentimiento de sentirse mala madre son compartidos, ya seas madre en España o en México. Las desigualdades y discriminaciones que sufrimos, la violencia obstétrica, las licencias de maternidad tan cortas son comunes; al final, el patriarcado y el capitalismo no perdonan, y este sistema atraviesa a toda la experiencia materna.
Si bien es cierto que hay diferencias, también hay particularidades. Una de ellas es que, por ejemplo, en México el embarazo adolescente es muy elevado, incluso en niñas, y aquí hay que señalar: la salud sexual y reproductiva y el acceso a métodos anticonceptivos es la premisa imprescindible para tener acceso a una maternidad libre, elegida y no impuesta.
Necesitamos tener derecho a un aborto libre y seguro para poder ejercer una maternidad que no sea impuesta”.