Las mamás no lo tenemos nada fácil

Mashabblog

Definitivo, las mamás no lo tenemos nada fácil. Desde que decidimos ser madres vivimos juzgadas por cada decisión que tomamos: el embarazo, el parto, la lactancia, si salimos a trabajar o no podemos y tenemos que quedarnos solo en casa y así con todo. No es justo.

De por si maternar es invisible y solitario, por eso la importancia del libro que les tengo el día de hoy: Mamá Desobediente. Una mirada feminista a la maternidad de Esther Vivas. Una obra que nos plantea  la necesidad de que se haga visible y se valore la maternidad, no solo como un destino o un ideal en alcanzar, sino en nuestra contribución histórica, social, económica y política y el cobijo (y no freno)  que debemos tener del feminismo

#LecturaRecomendada

Un libro donde la autora nos comparte de una manera muy fácil de seguir y entender (y vivir), temáticas para muchos invisibles como la maternidad sacrificada al servicio de los demás, el mito de la perfección, lactancia, (con un punto de vista muy interesante), la violencia obstetricia, la muerte gestacional, la maternidad colectiva y no individual, los malabarismos y como en verdad (verdad, verdad), necesitamos ser abrazadas por el feminismo (no le tengan miedo)

Batallé mucho para saber que frases compartirles el día de hoy, porque tengo un cuaderno lleno de ellas y todas dejan una idea para levantar la voz, para reflexionar o poner manos a la obra:

La maternidad carga con una pesada mochila de abnegación, dependencia y culpa.

Ser madre no debería significar criar en solitario, quedarse encerrada en casa o renunciar a otros ámbitos de nuestra vida y ser feminista no tendría que conllevar menosprecio o una indiferencia respecto al hecho de ser mamá.

El mito de la madre perfecta, de hecho, solo sirve para culpabilizar y estigmatiza a las mujeres que se alejan de el.

Ser madre queda reducida y normatizado a dos opciones, la del ángel del hogar o la de “superwoman” que son los modelos que encajan en el sistema (…) La maternidad es prisionera de “discursos normativos” bipolares y estereotipados.

La conciliación ha demostrado ser una farsa, que obliga  a subordinar el cuidado de las criaturas a un mercado de trabajo precario, con horarios variables, salarios bajos y jornadas interminables, donde las mujeres, además, nos encontramos en inferioridad de condiciones respecto a los hombres.

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