Esther Vivas | El Periódico
Cuando mi hijo nació, en el 2105, a mi pareja le correspondían dos semanas de baja. En enero de 2017, su permiso hubiese llegado ya a las cuatro, y hoy, después de la medida aprobada por el PSOE, sería de ocho. En poco más de dos años el permiso de paternidad ha aumentado alrededor del 300%. Me alegro por los padres, que tienen el derecho y el deber de cuidar a sus criaturas, y por el apoyo que significa para las madres. Sin embargo, ¿cómo ha evolucionado el permiso de maternidad? En 30 años, desde 1989, no se ha movido de las escasas 16 semanas ni está previsto que lo haga.
Apostar por aumentar el permiso de los padres sin hacer lo mismo con el de las madres, y más cuando este ni siquiera permite la lactancia materna en exclusiva durante seis meses, como recomiendan todas las instancias de salud, no solo es una propuesta limitada sino contradictoria. Se dice que con esta medida, que tiene como objetivo conseguir unos permisos iguales e intransferibles de 16 semanas para ambos progenitores en 2021, se conseguirá una mayor equidad laboral, pero la discriminación de las mujeres en el mercado de trabajo no se limita al hecho de que seamos madres, ni las desigualdades que supone la maternidad se equilibran con un permiso igualitario.
Por otro lado, esta medida solo beneficia a las familias con dos progenitores y discrimina a las monoparentales, en su gran mayoría encabezadas por mujeres, con significativas dificultades económicas. Tampoco ayuda a quienes no han cotizado el tiempo suficiente. Asimismo, dicha iniciativa sigue considerando la maternidad como una carga, cuando el problema no es la crianza sino un mercado de trabajo que es hostil al cuidado. No se trata de idealizar la maternidad sino de darle el valor social y económico que tiene y exigir el derecho de las mujeres a vivir esta experiencia así como el de los bebés a la lactancia materna.
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