Adrián Paredes | La Razón
Desde España hasta Bolivia: Editorial El Cuervo presentó en octubre de 2020 Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, un libro y ensayo que, desde su publicación en 2019, ha marcado tendencias de venta todos los países a los que llegó y Bolivia no es la excepción, explicó la editorial.
En sus páginas la autora catalana Esther Vivas invita a sus lectores a apelar a una maternidad desobediente.
— ¿Cómo nace Mamá desobediente?
—Nace de mi propia experiencia de maternidad. De constatar lo invisible que la maternidad real es para la sociedad y para muchos movimientos sociales que se plantean cambiar este sistema y, en particular, para movimientos feministas. En esta indignación surge la inspiración para este libro.
— ¿Cómo es que la maternidad es invisibilizada?
—La gran hipocresía del sistema es que se exalta una maternidad idealizada y romántica donde todo es fácil. Se nos presenta una madre angelical y abnegada que no tiene otros intereses más allá de la crianza. Al ensalzar a ese ideal, se invisibiliza la maternidad real y a los derechos de las madres.
El problema está en que la maternidad, históricamente, ha sido utilizada por el sistema patriarcal para controlar el cuerpo y el destino de las mujeres. A lo largo de los siglos o éramos madres o no éramos nada. No podíamos elegir. Y es cierto que hoy en día podemos escoger si ser madres o no, gracias a la lucha de las feministas de los años sesenta y setenta. Pero aún hoy esta mirada patriarcal continua muy presente ensalzando un ideal de maternidad romántico.
— ¿Qué es lo que propone usted al respecto con su libro?
—Creo que se trata un poco de acabar con el mandato de la maternidad y reconciliarnos con la experiencia materna y podamos vivir esta experiencia con mucha menos culpa por no ser esa madre idealizada por el patriarcado.
Así que la maternidad será elegida o no será. Reivindicar la maternidad real con todas sus luces y sus sombras implica aceptar contradicciones y equivocaciones. Es importante que podamos hablar de esto para que las madres puedan reconciliarse con la experiencia materna y elegir.
Hay estudios del Instituto Nacional de Estadística (INE) en Bolivia donde 63% de mujeres declaran sentirse víctimas de maltrato durante su parto. ¡Qué difícil tener un parto respetado en una sociedad donde ese porcentaje de mujeres se han sentido violentadas!
Hablar de una maternidad desobediente es hablar de derechos. Eso es lo que estamos reivindicando. Para que la mujer pueda decidir en cuestiones como tener un parto libre de violencia, o una licencia materna que permita acompañar al bebé y amamantarlo, incluso a que esta crianza pueda ser compartida con tu pareja.
Es fundamental ver a la maternidad en clave feminista, pero también verla desde sus dimensiones colectivas, públicas y políticas. El libro sirve mucho para eso.
—¿Qué impide que podamos aliarnos colectivamente?
—La sociedad patriarcal no da valor a todo lo que significa “cuidar”. El cuidado es esencial para la reproducción y para que el sistema económico funcione. Sin embargo, este trabajo de cuidado no es valorado por ser considerado poco productivo económicamente. Además, no se le da valor por ser una tarea que, por lo general, realizamos las mujeres.
Hay que cambiar la mirada de la sociedad y entender que el cuidado de los niños es responsabilidad de mujeres y hombres. Porque no es que las mujeres seamos cuidadoras innatas por naturaleza. ¿Qué harían las sociedades humanas sin que las mujeres gestásemos o amantásemos?
No se trata de idealizar o “esencializar” la experiencia materna. Cada mujer mira el parto y lactancia de maneras distintas, además una mujer que no es madre puede tener una vida tan satisfactoria como una mujer que sí lo es. No se trata de idealizar, pero si de reivindicar el derecho a ser madre si tú quieres.
—Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a traer este cambio al sistema?
—Para que una maternidad desobediente sea posible, necesitamos también una paternidad desobediente y feminista. Esto es fundamental. Es importante que los hombres se sientan implicados desde el minuto cero en la crianza de sus hijos e hijas. La mujer es quien va a parir y amamantar, pero si es que hay padre en esa pareja también puede contribuir ayudando con la criatura. Hay muchas tareas a realizar tras el parto.
Por eso digo en el libro hay que maternizar la paternidad. Acá también hay un tema del Estado con las licencias de paternidad. El estado tiene que garantizar que el padre esté involucrado en la crianza, pues es un derecho y también un deber.