Carlos Asensio | Diario 16
Esther Vivas (Sabadell, 1975) es una periodista catalana especializada en feminismos y maternidad, ecología y consumo responsable y análisis político. Licenciada en Periodismo y con un máster en Sociología, es autora de una decena de libros, entre los que destacan Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad (Capitán Swing, 2019) y El negocio de la comida. ¿Quién controla nuestra alimentación? (Icaria Editorial, 2014).
Colabora de forma regular con El Periódico y la revista Opcions, y es miembro del consejo asesor de la revista Viento Sur y del consejo científico de ATTAC España. Además, participa habitualmente en debates sobre análisis político en variados medios de televisión y radio e imparte clases sobre agricultura ecológica y cooperación al desarrollo en la Universitat de Barcelona y la Universitat Ramon Llull. Ha recibido el Premio Biocultura 2015 por su compromiso con el medio ambiente.
¿Qué significa para ti ser una ‘mamá desobediente’? – Publicidad-
Para mí, una ‘mamá desobediente’ es aquella que se rebela contra los referentes inasumibles de maternidad que nos han impuesto, a caballo entre el ideal patriarcal de madre abnegada y su versión moderna neoliberal de súper mami, con un cuerpo perfecto y siempre disponible en el empleo. La maternidad es otra cosa e implica dudas, contradicciones, culpa, ambivalencia. Asumir que es así es la mejor manera de reconciliarnos con la experiencia materna.
En tu libro hablas de feminismo y maternidad, y de la (a veces complicada) relación entre ambos temas. ¿Hasta qué punto consideras necesario que el feminismo impregne todo lo relativo a la maternidad y cómo debería hacerlo?
El feminismo implica derechos, igualdad, que las mujeres podamos decidir. Y todo esto es imprescindible en la maternidad. Necesitamos una maternidad feminista en la que las mujeres podamos elegir si ser madres o no, si queremos abortar o tener una criatura, con capacidad de decisión sobre nuestro embarazo, parto y lactancia. Históricamente, la maternidad ha sido secuestrada por posiciones conservadoras, ya va siendo hora de que las feministas nos reapropiemos de la maternidad en clave emancipadora.
«UNA MAMÁ DESOBEDIENTE ES AQUELLA QUE SE REBELA CONTRA LOS REFERENTES INASUMIBLES DE MATERNIDAD QUE NOS HAN IMPUESTO»
Ser madre, ¿cambia la forma de pensar y concebir el mundo? ¿Ha cambiado tu visión de las cosas (y sobre el feminismo) después de tu maternidad?
La maternidad te da otra perspectiva del paso del tiempo, de tus relaciones familiares, de aquello que te rodea. Sin embargo, no ha cambiado mi mirada crítica con la realidad, al contrario me ha reafirmado en mis convicciones feministas, ecologistas, anticapitalistas. Tener una criatura implica plantearte qué mundo le vamos a dejar. Y si queremos dejarle una sociedad más justa, no nos queda otra que cambiar el sistema.
«No es una técnica de reproducción asistida más sino un proceso biológico mercantilizado por el sistema capitalista», así te has pronunciado sobre la gestación subrogada. ¿Crees que ser madre es un derecho?
Ser madre es un deseo legítimo y es un derecho que no puede vulnerar los derechos de terceros. Me explico. La experiencia materna viene travesada no solo por una cuestión de género sino también de clase y etnia. No todas las personas tienen garantizado el derecho a ser madres. Si cuentas con un trabajo precario, no llegas a final de mes o apenas puedes pagar una vivienda tienes más números para posponer la maternidad, enfrentar dificultades para quedarte embarazada, o no tener el número de criaturas que deseas. Hay que reivindicar que la maternidad sea un derecho y no un privilegio. Sin embargo, cuando hablamos de maternidad subrogada, el deseo de tener criaturas choca con los derechos de la madre gestante a poder decidir sobre su cuerpo, ya que a lo largo de los nueves meses de embarazo será la persona contratante de la gestación y la clínica quienes decidan sobre su cuerpo, y choca también con el derecho del recién nacido a estar en contacto con su madre gestante, algo que todo bebé espera, pero que en este caso dependerá de la voluntad de la persona que contrate la gestación. Tal vez alguien dirá que esto último también sucede en un proceso de adopción. La gran diferencia radica en que una criatura adoptada se encuentra en dichas circunstancias, mientras que un bebé gestado por subrogación es su familia quien le hace pasar a sabiendas por este trance. No se puede ser madre o padre a cualquier precio.
«VA SIENDO HORA DE QUE LAS FEMINISTAS NOS REAPROPIEMOS DE LA MATERNIDAD EN CLAVE EMANCIPADORA»
Algunas corrientes del feminismo han considerado que el empoderamiento femenino pasa por no ser madre y liberarse de esa ‘carga patriarcal’, ¿crees que estamos asistiendo a un cambio de pensamiento? ¿Ves necesario dejar de ver la maternidad como un lastre?
Las feministas de los años 60 y 70 lucharon para acabar con la imposición patriarcal de la maternidad, para que las mujeres pudiésemos decidir si queríamos ser madres o no, para tener acceso a métodos anticonceptivos. Sin embargo, en este rebelarse se cayó, en parte, en un cierto discurso antimaternal y antirreproductivo. Hoy, gracias a esta lucha, la maternidad ya no es un destino único para nosotras sino una elección. Esto hace que una nueva generación de mujeres feministas mire actualmente a la maternidad con menos prejuicios que sus antecesoras y la reclame en clave feminista y emancipadora. No se trata de tener una idea esencialista de la maternidad, ya que cada mujer la vive de una manera distinta, sino de darle el valor que le ha sido negado, y reconocer que esta es responsabilidad de todos.
A menudo, como dices, la maternidad es vista como un lastre, nos discrimina en el mercado de trabajo, impide la igualdad, resta autonomía. Pero el problema no es la maternidad sino un mercado de trabajo que da la espalda a la vida y una sociedad que considera que el cuidado es cosa de mujeres. El problema no es la maternidad sino el capitalismo y el patriarcado.
«SER MADRE ES UN DESEO LEGÍTIMO Y UN DERECHO QUE NO PUEDE VULNERAR LOS DERECHOS DE TERCEROS»
Persiste sobre la maternidad una visión muy machista, sobre todo de origen religioso, que define qué es ser una buena madre o cómo debe comportarse una mujer con hijos, ¿qué podemos hacer para combatir este pensamiento, aún tan arraigado?
Necesitamos cambiar la mirada. La maternidad no es una cuestión privada y personal sino pública y colectiva. Hay que sacar la maternidad del hogar. Como dice el feminismo, «lo personal es político». Seguir considerando la experiencia materna como algo privado implica negarle el valor que tiene, condenarla a la invisibilidad y no abordar los dilemas que plantea. Asimismo, la maternidad no es una responsabilidad única de las mujeres sino una responsabilidad social y colectiva. Qué harían las sociedades humanas sin personas que cuidaran. El Estado no puede lavarse las manos. No se puede seguir supeditando la vida a la economía, es la economía y la sociedad quienes deben de adaptarse a la vida.
En la actualidad estamos viviendo una época de fuerte apuesta editorial a nivel nacional e internacional por la literatura escrita por mujeres, ¿crees que esto es una consecuencia de los avances del feminismo en los últimos años?
Por supuesto. A mí lo que me parece interesante, a raíz de esta nueva ola feminista, es el conjunto de autoras que están escribiendo y publicando sobre temas que hasta hace muy poco eran aún bastante invisibles, como el placer femenino, la pérdida gestacional, la menstruación, la maternidad… Hablar de estas cuestiones en voz alta permite romper el silencio y normalizarlas.
«EL PROBLEMA NO ES LA MATERNIDAD SINO EL CAPITALISMO Y EL PATRIARCADO»
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? ¿Hacia dónde se dirige Esther Vivas?
Trabajo como periodista en tres ámbitos: maternidades y feminismo; agricultura y alimentación; y análisis político. Y alterno estas facetas y contenidos en los medios donde colaboro. Aunque actualmente todo lo que tiene que ver con la publicación de Mamá desobediente ocupa un espacio primordial. Ahora estoy con la traducción de la obra a otras lenguas y su publicación con editoriales latinoamericanas. Y me siento muy contenta con la buena acogida, el feedback recibido y las seis ediciones que ya llevamos publicadas en lengua castellana y catalana del libro. Que la gente conecte con lo que escribes da más sentido a lo que haces.