Lucía M. Quiroga | Eldiario.es
Según un informe de Malasmadres, 9 de cada 10 mujeres se sienten juzgadas como madres con frecuencia. Los temas sobre los que más se juzga son la relación con el trabajo, el control de peso durante el embarazo, el desborde emocional del posparto, y el tipo de lactancia elegida.
(…)
Pero, ¿por qué la sociedad juzga con tanta dureza a las madres, especialmente a las que acaban de serlo? Para la socióloga Esther Vivas, autora del ensayo Mamá desobediente (Capitán Swing), este juicio tiene que ver con dos cuestiones: “En primer lugar, porque la sociedad patriarcal reduce el cuidado a una responsabilidad femenina, y considera que las madres somos las únicas responsables del cuidado de nuestras criaturas. Y en segundo lugar, este juicio también se basa en un ideal materno establecido, donde las mamás tenemos que ser madres abnegadas y sacrificadas, como ya fueron nuestras abuelas, y al mismo tiempo tenemos que ser superwoman, que llegamos a todo, siempre disponibles para el mercado de trabajo”.
Ahí es donde, para Vivas, aparece la culpa, según ella “una constante en la maternidad”: “La culpa siempre está ahí, y es fruto del juicio externo y del propio juicio. Somos juzgadas y cuestionadas constantemente: demos pecho o biberón, colechemos con la criatura o la tengamos en su cunita, si el niño o niña está en casa o en la escuela… hagamos lo que hagamos siempre se nos va a juzgar. Porque se nos juzga como mujeres y como madres también. La culpa es fruto de un sistema patriarcal y capitalista que nos roba el derecho a decidir, el placer y el goce en la experiencia materna”.
(…)
Esther Vivas, que en todos sus trabajos de divulgación propone modelos alternativos para la experiencia materna, también cree que hay salida al binomio culpa – juicio. “Librarnos de la culpa pasa por entender por qué la sentimos, entender que es fruto de una construcción social y cultural que es falsa. Por eso, es importante como madres tener una mirada más sorora y empática hacia otras madres, entender que cada una hace lo mejor que puede en función de su contexto social, económico y de su mochila personal. Necesitamos menos juicio y mucha más sororidad, comprensión y empatía entre nosotras”, reflexiona la experta.
Leer la noticia completa, aquí.