“El feminismo tiene una deuda histórica con la maternidad”

Gabriela Gómez | Dossier

Esther Vivas, socióloga, periodista española y activista del movimiento feminista analiza en Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad algunos aspectos de la maternidad que, según opina, han quedado silenciados o han sido considerados tabú por una sociedad que romantiza la experiencia materna.

Vivas concibe este libro a partir de su propia experiencia como madre y, según expresa, por sentirse “huérfana de discursos y relatos” acerca de la maternidad. Casi como un reclamo al movimiento feminista, la escritora propone “hablar de la maternidad real, y dejar de normalizar la violencia, las discriminaciones y el abuso que sufrimos como madres”.

Este libro, que pretende ser de utilidad a mujeres que sean madres o vayan a serlo, va destinado a una “mamá desobediente”, que se rebele ante el sistema capitalista, una mamá cuyo ritmo que no coincide en absoluto con la lógica capitalista y productiva. De ahí que se analicen temas como las condiciones laborales de las mamás, el gran aumento de cesáreas que se realizan en instituciones tanto públicas como privadas o la gestación subrogada, esa especie de negocio de la maternidad; además de la relación de los bebés con su progenitora.

Con la pregunta “¿quién defiende a las madres?” se resume esta demanda, que intenta volver sobre temas que nos increpan como sociedad y que abarcan a todas las maternidades incomprendidas. Este libro, que ha generado debate, ha sido editado en diez países de América Latina y va por su sexta edición.

“La maternidad es una cuestión feminista”

Este libro es fruto de tu experiencia como mamá. ¿Antes de ser mamá cuál era tu visión acerca de la maternidad?

Antes de ser madre no me había planteado absolutamente nada acerca de la maternidad. Justamente este fue uno de los elementos, una vez que me quedé embarazada, que sembró la semilla que dio lugar al libro. Durante años había participado en varios movimientos sociales de carácter feminista y prácticamente en ninguno de ellos me habían hablado acerca de la maternidad, y cuando lo habían hecho era con connotaciones más bien negativas. Una vez que quedé embarazada y empecé a informarme sobre cómo dar a luz, etcétera, el elemento que me hizo reflexionar fue que empecé a encontrarme con historias de mujeres que habían sufrido violencia en sus partos, de mujeres que habían sido infantilizadas, y me pregunté cómo podía ser que, habiendo participado en tantos espacios y movimientos de carácter feministas, nunca nadie me hubiera nombrado estos hechos. Es decir, toda esta violencia que sufren tantas mujeres a la hora de dar a luz. Cuántas veces nos habíamos manifestado a favor del derecho al aborto, pero en cambio, ¿qué pasa cuando decides tener un hijo? El libro en parte surge de esta inquietud de quedarme embarazada y como mujer feminista sentirme huérfana de discursos y de relatos que dieran respuesta a las preguntas que como feminista me planteaba acerca de la maternidad. Y no preguntas que partieran del rechazo a la maternidad, sino preguntas que partieran del deseo de ser madre y de tener una serie de derechos garantizados a la hora de transitar esa experiencia. El libro no surge tanto a partir de mi experiencia tan personal como madre, sino que en ese momento, en 2015, de sentirme huérfana de referentes como feminista en relación con la maternidad, aunque creo que hoy en día estamos en otro lugar.

¿Cuáles son para ti los temas claves a abordar con respecto a la maternidad?

Creo que una de las grandes dificultades que tenemos como madres a la hora de transitar esta experiencia son los numerosos silencios y tabúes que rodean la experiencia materna. Esto hace que a menudo venga atravesada por la culpa, por el dolor, por el sufrimiento. Porque no se nombra la maternidad real, entonces en el imaginario colectivo tenemos una maternidad idealizada, que no tiene mucho que ver con la experiencia materna que transitamos las madres. Cuando nos chocamos con esta realidad es difícil de gestionarlo. Entonces creo que es importante, que tenemos que hablar de la maternidad real: que ser madre no es fácil, que ser madre en esta sociedad es muy complicado por el mercado laboral, el sistema económico, que está organizado no pensado para los cuidados, sino pensado en lo productivo, y esto dificulta todas aquellas prácticas que se basan en el cuidado.

Por otro lado, fruto de estos silencios y tabúes de la maternidad, hemos normalizado una serie de violencias y discriminaciones que atraviesan la experiencia materna. Es fundamental denunciar esta violencia, esta discriminación, este abuso que sufrimos las madres y hablar de la violencia obstétrica que la mayoría de las madres sufre a la hora de dar a luz, hablar de la discriminación laboral, hablar de ese juicio constante, que genera tanta culpa, hablar de la dificultad para amamantar, si así lo deseas, en una sociedad que no acompaña estos procesos, etcétera. Para mí el gran tema es este: hablar de la maternidad real, y dejar de normalizar la violencia, las discriminaciones y el abuso que sufrimos como madres.

Hay una frase en el libro que es una especie de reclamo al movimiento feminista: “¿Quién defiende a las madres?”.

Creo que el feminismo tiene una deuda histórica con la maternidad ya que durante décadas no ha abordado las complejidades de la experiencia materna y ha reducido la maternidad a un mandato patriarcal. Cuando las feministas de los años sesenta o setenta se levantaron contra el destino único de las mujeres de ser madres se cae en cierto discurso antimaternal y antirreproductivo. Así se entiende en ese momento, pero hoy nos encontramos en otro lugar. Es decir, las mujeres que hoy somos madres, gracias a las feministas que en ese momento se rebelaron ante el mandato patriarcal de ser madres. Podemos mirar gracias a su lucha, pero podemos mirar a la maternidad con menos prejuicios que ellas y distinguir entre lo que es el mandato de ser madre de lo que es la experiencia materna y los derechos que deberíamos de tener las madres. Entonces no se trata de idealizar la maternidad y esencializarla, es igual de mujer aquella que decide tener hijos como quien no, pero si decides ser madre esta experiencia debe estar libre de abuso, de violencia, de discriminación. Hay una serie de derechos que como madres debemos tener: el derecho a un parto respetado, de poder decidir sobre tu cuerpo en tu embarazo, en tu parto, en tu posparto, el derecho a amamantar a tu criatura si así lo deseas, el derecho a no ser discriminada en el empleo. Hoy, esta nueva ola feminista que se ha dado en los últimos años en América Latina, en América del Norte, en Europa ha permitido sacar una serie de temas de lo privado a lo público, entre los que se encuentra la maternidad. Y creo que afortunadamente estamos en otro momento, en el cual la maternidad y los derechos de las madres empiezan a hacerse un espacio en los debates feministas. Cuando escribí el libro, en 2015, era otro momento.

Este libro tiene ediciones en varios países de América Latina. ¿Cuál ha sido la recepción en la región?

El libro se publicó en España y Cataluña, en 2019. En 2020 llegó a Argentina y Uruguay. Es un libro que ha conectado con el sentir de muchas mujeres en América Latina porque hay una serie de elementos universales en relación con la violencia que sufrimos, la discriminación y la culpa. El hecho de que el libro haya sido publicado en un contexto de auge de la toma de conciencia del feminismo entre muchas mujeres y el hecho de que el libro plantee esta reconciliación entre maternidad y feminismo también ha conectado con el sentir de muchas mujeres que son feministas y que han decidido ser madres y que durante mucho tiempo no han encontrado relatos que incluyeran su mirada y su sentir. Esto explica la buena acogida del libro, no sólo en España sino en muchos países de América Latina, ya que se ha publicado en distintas editoriales y en cada país que se ha publicado tiene un prólogo y una portada a cargo de una ilustradora local. En Chile, en Perú, Bolivia, Puerto Rico, en México, ahora también va a salir en Estados unidos, en castellano. Hay un total de diez ediciones.

En el libro hablas de temas como la maternidad subrogada o las cesáreas que entran dentro de la “mercantilización” de la maternidad en un sistema capitalista.

Con relación al sistema capitalista, vemos que la maternidad no sólo viene atravesada por una lógica patriarcal que menosprecia nuestros derechos como mujeres y como madres, sino por una lógica y por un sistema capitalista que supeditan el cuidado a lo productivo, y la maternidad, como trabajo eminentemente de cuidados, queda totalmente supeditada a lo productivo. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que los ritmos de la maternidad son antagónicos a los ritmos del sistema capitalista y de lo productivo, es decir, los ritmos de un parto, del puerperio, de la lactancia son ritmos contrarios a la lógica del capitalismo: tú sabes cuándo empieza un parto fisiológico, pero no cuándo acaba. En la lactancia materna, cuando tú das el pecho a demanda implica unos ritmos que no tienen nada que ver con nuestra lógica cotidiana. Son ritmos lentos, en comparación a los ritmos frenéticos de la lógica capitalista. Entonces de aquí que la maternidad no encaja con este sistema capitalista, pero el problema no es la maternidad, es este sistema que constantemente fuerza a la maternidad, a la infancia, a la crianza a adaptarse a unos ritmos productivistas que no tienen nada que ver con la fisiología del parto, del posparto y de la lactancia. Estas son dinámicas son experiencias fundamentales para la reproducción de la vida. Lo que deberíamos de reivindicar es un sistema que se adapte a la crianza, a la maternidad y no lo contrario. También hay que reivindicar la responsabilidad de mujeres y de hombres. Cuando hablo de maternidad no sólo tengo que hablar de la madre, sino de madre y padre, una responsabilidad más colectiva y general.

La cesárea hoy en día se impone como una nueva forma de nacer porque responde a los ritmos productivistas de este sistema capitalista. Tú puedes programar una cesárea y sabes cuándo empieza y cuándo acaba. Además es más cara que un parto fisiológico y, en consecuencia, los hospitales privados ganan más dinero que con un parto vaginal. De aquí que hoy en América Latina podemos hablar de una “epidemia de cesáreas”, uno de cada dos partos se da por cesárea, en hospitales privados puede llegar a un porcentaje de noventa por ciento de cesáreas sobre el total de partos. Según la Organización Mundial de la Salud, una cifra razonable de cesáreas estaría entre diez o quince por ciento sobre el total de nacimientos. Y la media en América latina es cincuenta por ciento y en algunos hospitales privados mucho más, incluso llegando al 90%.

Con respecto a la gestación subrogada no se puede considerar una técnica más de reproducción asistida, sino que básicamente es un mecanismo de mercantilización del cuerpo de las mujeres y de la capacidad gestante de las mujeres. Implica mercantilizar seres humanos en la medida en que las criaturas que nacen por gestación subrogada son tratadas como meras mercancías. Entonces, de esta manera se vulneran los derechos de las mujeres gestantes y los derechos de los bebés que a menudo son los grandes olvidados. Una mujer gestante tiene que renunciar a decidir sobre su cuerpo a lo largo de nueve meses de embarazo, que es un proceso que tiene un impacto físico y psicológico muy importante en ella. Las gestantes son mujeres que lo hacen por necesidades económicas. En cuanto a los bebés, un bebé gestado a través de una subrogación es una criatura que identifica a su madre como la mujer que lo ha gestado. Entonces, cuando ese bebé nada más nacer es separado de su madre, eso deja un trauma de por vida en la persona. España no permite la gestación subrogada, pero sí permite que muchas personas encarguen bebés por subrogación a otros países y después esas criaturas residen en España. Al final, la gestación subrogada es un negocio en mano de empresas que lo que buscan es convertir nuestras capacidades gestantes como mujeres en un business y que tratan a los bebés como mercancías. Aunque un país no lo permita, el mercado internacional sí permite que globalmente se den estas prácticas en todos los países porque tú puedes “encargar” un bebé a una determinada empresa de otro país y después lo importas a donde tú vivas. Es una distopía convertida en realidad. Implica la vulneración de los derechos de las mujeres gestantes y la de los bebés, que son personas.

¿Cuál es el objetivo de este libro?

Por un lado es visibilizar muchos de los silencios y tabúes que rodean la experiencia materna. El libro es un ensayo sociológico escrito en clave periodística, con elementos autobiográficos y de experiencias también de otras mujeres, con referencias literarias e históricas a la maternidad. En primera persona, explico los elementos que han atravesado mi maternidad, algunos duros como mis problemas de infertilidad o cuando perdí a mi hija. Tuve que abortar a mi hija estando embarazada de tres meses, por una malformación, entre otras cuestiones. Creo que hablar de todos estos temas que no se nombran en público sobre la maternidad ayuda a que si otras mujeres lo lean se sientan menos solas y, al mismo tiempo, el libro busca reconciliar la maternidad con el feminismo. La maternidad no debería ser considerada algo ajeno al feminismo, sino al contrario, ochenta por ciento de las mujeres, cuando acabamos nuestra vida fértil, somos madres. Muchísimas mujeres transitamos la maternidad y esta experiencia se caracteriza por ser una experiencia en la que a menudo se da violencia, abuso, discriminación, que acabamos normalizando. Entonces, si el feminismo no defiende el derecho de las madres, quién lo va a hacer. Al final la maternidad nos debería interpelar a todos, no sólo a las madres, porque todas y todos somos hijas e hijos y tenemos una madre que ha sufrido las consecuencias de un sistema patriarcal opresivo hacia las mujeres, que a menudo no han podido decidir si ser madres o no. El derecho al aborto es una conquista que tenemos que seguir reivindicando día tras día porque se ve amenazada por ideologías de derecha y de extrema derecha, y por un sistema capitalista que obliga a la mujer a trabajar como si no tuviese hijos y ser “ama de casa” como si no tuviese empleo, entonces, la maternidad es una cuestión feminista.

Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, Ediciones Godot Argentina, 2022. 352 págs.

Email
Whatsapp
Telegram
Instagram
Facebook
Twitter
TikTok
LinkedIn
Cart Overview