El carácter biológico de la maternidad incomoda al feminismo

Raquel Quelart | La Vanguardia

Durante siglos el sistema patriarcal ha relegado a la mujer al rol de vivir al servicio de la familia y los niños. Un modelo que en las últimas décadas ha convivido con el ideal neoliberal conocido como la superwoman, el de la mujer sacrificada capaz de llegar a todo por tal de compatibilizar crianza y mercado laboral.

La periodista, analista política y autora de diversos libros Esther Vivas (Sabadell, 1975) se rebela contra cualquier modelo de maternidad que se presente como único, al tiempo que denuncia en Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad (Capitán Swing / Ara Llibres) el menosprecio e indiferencia con el que el movimiento feminista ha abordado la experiencia de ser madre y “el maltrato” sanitario que, según la autora, sufre la mujer durante el embarazo y el parto.

La autora, además, ofrece una documentada mirada histórica de la maternidad como construcción social i cultural desde la antigua Grecia hasta nuestros tiempos, así como de las políticas que han condicionado una experiencia que para Vivas “vale la pena ser vivida” a pesar de la ambivalencia y contradicciones que conlleva.

– Usted critica que las feministas hayan dado la espalda a la maternidad.

– A veces parece que sea contradictorio reivindicar la maternidad y ser feminista, cuando esto no tendría que ser así. La maternidad carga con un estigma vinculado al carácter que el patriarcado le ha dado, ya que a lo largo de la historia la ha utilizado como un instrumento de control sobre el cuerpo de las mujeres.

– ¿Cuál es el mensaje que el sistema patriarcal ha dado a la mujer?

– “Tú tienes la capacidad biológica de parir y, en consecuencia, tú tienes que ser madre sí o sí”, se decía. Yo creo que hay que diferenciar la imposición de la maternidad de la experiencia materna. Pero el movimiento feminista no ha abordado el debate y las contradicciones que implica la maternidad, y por eso existe muchas veces esta relación tensa y mal resuelta.

– ¿A qué se refiere cuando habla de “la ambivalencia de la maternidad”?

– La maternidad pone en cuestión tu vida anterior, te genera contradicciones a nivel individual, tensiones en tu vida personal, de pareja, laboral; implica replantearte todos estos ámbitos. Y esto es la ambivalencia de la maternidad: no querer a nadie tanto como a tus hijos pero a menudo no poder más con ellos y necesitar que alguien te los saque de encima.

– Y esto genera un gran sentimiento de culpa.

– Claro, porque muchas veces nos venden esta imagen de la madre ideal, del ángel del hogar, la madre perfecta, que nunca se queja. Unos modelos de maternidad inalcanzables que generan un gran sentimiento de culpa en las mujeres. Necesitamos rebelarnos ante estos modelos, desobedecer y plantear que la maternidad es otra cosa.

“El movimiento feminista ha caído en un cierto discurso antimaternal y antirreproductivo”

– ¿Qué opina del ideal de la supermamá?

– La alternativa que a veces se plantea [a la de ser “el ángel del hogar”], es aquella supermamá que llega a todo, esa madre que está 100% disponible para el mercado de trabajo y donde la crianza queda relegada a un segundo plano. En realidad, estos modelos de maternidad son útiles a un sistema patriarcal que nos quiere invisibilizadas en casa o un modelo de maternidad liberal que básicamente es útil al mercado de trabajo.

Menudo dilema.

– Pero nos tenemos que preguntar dónde queda la experiencia materna, dónde queda el hecho de poder vivir de una manera gratificante esta maternidad. Esto es lo que a menudo se obvia.

– Sin embargo, sostiene que algunas corrientes feministas han hecho un flaco favor a la hora de acabar con el concepto de la supermamá.

– Bueno, porque el propio movimiento feminista, ante el yugo de la maternidad patriarcal, ha negado la propia maternidad, ha caído en un cierto discurso antimaternal y antirreproductivo; ha obviado la experiencia materna porque abordarla implicaba entrar en un debate complejo.

– Explíquese.

– Por un lado, el carácter biológico de la maternidad incomoda al feminismo porque ha sido utilizado para imponerlo como destino único de las mujeres, a quienes se les ha dicho: “O eres madre o no eres nada”. Para el movimiento feminista parece que reconocer el carácter biológico de la maternidad sea comprar este discurso reaccionario, cuando desde mi punto de vista lo que hay que hacer es reivindicar el carácter biológico y cultural de la maternidad, porque ¿qué harían las sociedades humanas sin la capacidad biológica de las mujeres para gestar, parir y dar de mamar?

– Se extinguirían.

– Y con esto no creo que se tenga que caer en una imagen idílica o romántica de la maternidad, pero sí darle el valor social, político y económico que le ha sido negado. Y aquí el feminismo tiene un trabajo que hacer. El reto está en el discurso feminista que dice: “Mi cuerpo es mío y yo decido sobre mi cuerpo”, ¿qué hay más importante como madre que poder decidir sobre tu embarazo, tu parto y tu lactancia?

“La maternidad a menudo no es tanto lo que queremos hacer sino lo que podemos hacer”

– ¿Cómo erradicar el sentimiento de culpa que genera un modelo de maternidad inalcanzable?

– Yo creo que hay que empezar a hablar de la maternidad real, de la maternidad que se oculta, y a la vez aceptar que la maternidad a menudo no es tanto lo que queremos hacer sino lo que podemos hacer. No se trata de relativizarla, sino de entender que viene muy condiciona por nuestro entorno, por unas bajas de cuatro meses, por un mercado de trabajo hostil a la crianza, por las pocas ayudas que hay, porque el entorno no facilita que puedas dar la teta hasta los dos años o más, como recomienda la OMS; por lo tanto, en realidad, ser madre en el contexto actual es muy difícil.

– Para muestra, un botón: en España las mujeres tienen su primer hijo de media a los 31 años.

– Exacto. La edad de la primera maternidad en España es la más alta de la UE y el diferencial entre los hijos que quiere tener una mujer y los que finalmente tiene es uno de los más elevados del mundo –la media es de 1,3-. La gran paradoja es que hoy que la maternidad es una elección y no una imposición, a pesar de que pueda haber un cierto estigma si no tienes criaturas, las mujeres en este momento tenemos más dificultades que nunca para tener hijos.

– ¿Qué opina sobre los permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles?

– Es una demanda del sector feminista liberal, que aborda como una carga la maternidad cuando el énfasis se tiene que poner en replantear el mercado de trabajo. Creo que es positivo que se haya ampliado el permiso de los padres de dos semanas a ocho semanas en la actualidad, pero esto ha implicado que en poco más de dos años haya aumentado un 300% el permiso de paternidad, mientras que el de las madres en 30 años no se ha movido ni una coma.

– ¿Alguna reivindicación al respecto?

-Primero, creo que sería positivo que ambos permisos fuesen mucho más amplios y que el de las madres como mínimo tendría que permitir la lactancia materna en exclusiva hasta los seis meses o más, un elemento que se obvia en el debate de los permisos iguales e intransferibles.

– Pero…

– Desde determinadas posiciones feministas se señala que ampliar el permiso de las madres o que el de los padres fuera transferible cargaría la responsabilidad del cuidado de los niños en las mujeres, lo cual las penalizaría laboralmente. Pero considero que la desigualdad de género en el mercado de trabajo no tiene sólo que ver con la maternidad porque, en primer lugar, hay mujeres sin hijos que también son penalizadas laboralmente por ser mujeres.

– ¿Y en segundo lugar?

– La penalización en el trabajo por ser madres por desgracia va más allá de las 16 semanas de la baja por maternidad, tiene que ver con que la crianza aún recae en mayor medida sobre las mujeres, por lo tanto, pensar que unos permisos iguales e intransferibles de 16 semanas van a reducir significativamente desigualdades de género creo que es una mirada un poco limitada.

“Las mujeres tenemos más dificultades que nunca para tener hijos”

– ¿A qué se refiere cuando habla de violencia obstétrica?

– A una serie de prácticas que se realizan por rutina en los hospitales o para facilitar la organización del personal sanitario que tienen consecuencias físicas y emocionales negativas para las mujeres: cesáreas y partos instrumentales innecesarios, episiotomías por rutina, trato infantilizador a la mujer, no informarla debidamente sobre las prácticas que se le van a realizar, no permitir que esté acompañada durante el parto, separarla de su bebé cuando éste nace; esto es violencia obstétrica.

– ¿Por qué argumenta que estas prácticas tienen consecuencias físicas y emocionales para la mujer?

– El tránsito de hormonas que se produce durante el parto hace que la mujer esté en un momento emocional más vulnerable. Sentir angustia durante el parto o miedo deja una huella a posteriori que, por ejemplo, puede facilitar el hecho de padecer una depresión post parto.

– ¿Qué evidencia hay de que se llevan a cabo estas prácticas por motivos poco justificados?

– El porcentaje de episiotomías, partos inducidos y cesáreas que se realizan en Catalunya y en España es mucho más elevado del que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud y del que se registra en los países nórdicos (…) Asociaciones como El Parto es Nuestro o Dona Llum denuncian que, incluso, dentro del territorio español se dan estas diferencias.

– Ilumíneme.

– Según estudios e investigaciones que se han llevado a cabo, si das a luz en la comunidad valenciana tienes más posibilidades de tener un parto intervenido o sufrir una episiotomía que si lo haces en el País Vasco (Euskadi). También ocurre lo mismo si acudes a la sanidad privada en vez de a la pública porque hay unos intereses económicos detrás.

– Pero el personal sanitario justifica estas prácticas amparándose en sus conocimientos y en la seguridad de la madre y del niño.

– Los profesionales de la salud que llevan a cabo estas prácticas no es que sean malas personas, lo hacen por la formación que han recibido, que debería cambiar. En primer lugar, porque en el parto la mujer es considerada un sujeto pasivo cuando es un sujeto activo; y en segundo lugar, hay que dejar de ver el parto como una enfermedad, algo peligroso, ya que es un proceso fisiológico que lo que necesita es tiempo, respeto y responder a las necesidades del bebé y de la madre.

– Continúe.

– Y yo digo que la violencia obstétrica es la última frontera de la violencia de género porque en realidad es una violencia aceptada socialmente por el personal sanitario y las mujeres que la sufren, y por eso hay que nombrarla y establecer alianzas con el personal sanitario para erradicarla.

“Sería importante que el parto en casa estuviera incluido en la Seguridad Social”

– Usted se muestra en desacuerdo con que un juez pueda obligar a una mujer a dar a luz en un hospital, como ha ocurrido recientemente en Oviedo.

– En este caso el hospital instó a la judicatura a que arrestara a la mujer porque el embarazo superaba las 42 semanas y tres días, lo cual consideraba peligroso para el bebé, pero también un parto inducido tiene sus riesgos. La justicia se erigió como defensora del bienestar del bebé sin tener en cuenta que con su decisión generó un estrés emocional a la mujer que pudo tener consecuencias nefastas para la criatura. La medida vulnera, además, la autonomía del paciente.

– ¿Es justificable la intervención judicial cuando la vida del bebé corre peligro?

– Ninguna madre quiere que su hijo muera cuando está embarazada; quiere dar a luz en las mejores condiciones para ella y para la criatura, por eso creo que es importante escuchar a esas madres y que no está justificada una medida de este tipo.

– Algunos hospitales han abierto paritorios especiales para partos naturales.

– Es importante reconocer que se ha hecho un trabajo muy importante para avanzar cada vez más hacia un parto respectado y cambiar los protocolos. Incluso, la Generalitat ha hecho una nueva apuesta de abrir casas de parto, donde la atención es menos intervenida que en un hospital. La primera se abrió hace un año y medio en Martorell.

¿Algo más que reivindicar?

– Creo que sería importante, como ocurre en Holanda, Gran Bretaña, Islandia y otros países, que el parto en casa estuviera incluido en la Seguridad Social porque es un derecho poder parir en casa en partos de bajo riesgo atendidos por un profesional preparado.

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