“La maternidad ha sido utilizada para controlar el cuerpo de las mujeres”

Tensi Gesteira | Lecturafilia

El boom del feminismo en la actualidad está potenciando la publicación de muchos libros que abordan la maternidad desde la voz y la experiencia de las mujeres, y con una necesaria perspectiva de género. Justamente ahí se sitúa Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, escrito por la periodista Esther Vivas, y publicado por Capitán Swing en castellano y por ARA Llibres en catalán. Prueba del éxito de este libro son las cinco ediciones desde su salida al mercado en febrero de este año.

Especializada en análisis político, sistema agroalimentario y maternidades, Esther Vivas es licenciada en periodismo y posee un máster en sociología. Autora de una decena de libros, entre los más conocidos están El negocio de la comida. ¿Quién controla nuestra alimentación (Icaria Editorial, 2014) o En pie contra la deuda externa (El viejo topo, 2008).

Pregunta (P): Escribes un libro sobre la maternidad y el feminismo. ¿Cómo se relacionan estos dos conceptos?

Pues por desgracia no se relacionan muy bien. En parte, esto es así porque históricamente la maternidad ha sido utilizada como un instrumento para controlar el cuerpo y la vida de las mujeres. Ante esta imposición, se rebelaron las feministas de los años 60 y 70. Sin embargo, en este rebelarse se cayó en un cierto discurso antimaternal. En la actualidad, hay una nueva generación de mujeres que hemos crecido en un contexto donde la maternidad ya no es un destino único, gracias precisamente a la lucha de las feministas que nos precedieron. Y esto hace que miremos a la maternidad con menos prejuicios, distinguiendo entre la maternidad patriarcal retrograda impuesta y la experiencia materna libremente elegida fuente de placer y afecto, a pesar de todas las contradicciones que implica, en particular siendo ejercida en una sociedad hostil al cuidado.

(P): Reflexionas sobre los permisos de maternidad y paternidad. ¿Cómo se deben gestionar?

Necesitamos un permiso materno que vaya más allá de las insuficientes 16 semanas que tenemos en la actualidad. Es contradictorio que te digan, desde todas las instancias sanitarias, que des el pecho en exclusiva a tu bebé hasta los 6 meses, pero que a los 4 tengas que reincorporarte al trabajo remunerado, lo segundo hace prácticamente imposible lo primero. En los últimos tiempos ha habido un consenso político en ampliar el permiso paterno, que desde hace unos meses es de 8 semanas. Algo positivo porque permite una mayor implicación del padre en la crianza. Sin embargo, el debate para ampliar el permiso paterno, un permiso que en tres años ha aumentado casi un 300%, no tiene su correlación en un debate para ampliar el permiso materno, un permiso que en 30 años no se ha movido un ápice ni está previsto que lo haga. Esto se explica porque en casi todas las formaciones políticas la maternidad es vista como un lastre, lo que repercute en una vulneración de derechos de madres y criaturas.

(P): Hablas del machismo que todavía impera en todo el proceso de ser madres, por ejemplo, en el caso de la violencia obstétrica. ¿En qué consiste este concepto y de dónde surge?

La violencia obstétrica consiste en el conjunto de prácticas llevadas a cabo por los profesionales de la salud en la atención al embarazo, el parto y el posparto que provocan un daño físico y emocional en las mujeres. ¿Algunos ejemplos? Las cesáreas innecesarias, las episiotomías por rutina, la inducción del parto cuando no hace falta, la separación sin justificación de madre y bebé tras dar a luz, el trato irrespetuoso, el no informar adecuadamente a la madre o hacerle una maniobra sin su consentimiento. Todas estas son prácticas constitutivas de violencia obstétrica. Y la violencia obstétrica es una expresión de la violencia de género.

“En mi trabajo, periodismo y escritura se entrelazan con un mismo objetivo: hacer política”.

(P): Otro tema controvertido es la lactancia materna de la que tú haces una defensa. ¿Cuáles son los principales argumentos?

La lactancia materna no debería ser motivo de controversia. La evidencia científica sobre sus beneficios para la madre y el bebé son irrefutables. Se puede discutir en qué grado la lactancia materna es superior a la artificial, pero no hay discusión en el hecho de que la teta es mejor que el biberón. Las discusiones al respecto son fruto de prejuicios o intereses económicos. No se trata de juzgar qué hace cada madre con su lactancia. Nuestra decisión a menudo viene condicionada por una sociedad y un mercado de trabajo que ponen mil y una trabas a la lactancia materna. Lo que me parece interesante, y planteo en el libro, es qué intereses hay tras el negocio de la fórmula, qué consecuencias tiene no solo en criaturas y madres sino en la sociedad y el medio ambiente.

(P): En la actualidad se abren nuevos debates sobre el feminismo, y el concepto de maternidad está siendo revisado. ¿Qué piensas de esta reflexión y de los libros que está generando? Pongo por caso los ensayos Contra los hijos, de Lina Meruane, Madres arrepentidas, de Oma Donath, No madres, de María Fernández, o Madres. Un ensayo sobre la crueldad y el amor, de Jacqueline Rose.

La publicación de varios libros sobre maternidad escritos por mujeres es una muy buena noticia. En el pasado, eran los hombres, quienes como marido o hijo, escribían sobre el papel de la madre. Que las mujeres tengamos voz propia es fundamental. Sin embargo que estos libros hablen de maternidad no quiere decir que compartan una misma mirada. Hay un debate en círculos académicos y feministas al respecto, un debate que es fruto de una lucha histórica contra la concepción patriarcal de la maternidad, por una serie de prejuicios en torno a la experiencia materna y una visión de la realización personal muy centrada en el empleo. El debate sobre la maternidad, considero, debe abordarse desde el punto de vista de la economía de los cuidados, del derecho a cuidar y a ser cuidado, y de la necesidad de reducir la jornada laboral y reorganizar la sociedad, con una visión igualitaria, emancipadora y sin caer en idealizaciones ni esencialismos.

“La lactancia materna no debería ser motivo de controversia. La evidencia científica sobre sus beneficios para la madre y el bebé son irrefutables”.

(P): ¿Qué comentarios te están llegando sobre el libro?

Muy positivos. Es una gran satisfacción escribir un libro, con todo el esfuerzo que implica, y recibir un feedback tan bueno. Me encuentro con muchas madres que me han dicho que he puesto palabras a lo que ellas sentían, mujeres que tras leer la obra se han dado cuenta de que fueron víctimas de violencia obstétrica, profesionales de la salud que coinciden con mi mirada crítica a la atención sanitaria al parto y consideran que hay mucho trabajo por hacer. La mejor crítica son todos estos mensajes, y las cinco ediciones que ya han salido de la obra desde que se publicó.

(P): ¿Qué pesa más en tu vida: el periodismo o la escritura? ¿O ambos son dos caras de la misma moneda?

En mi trabajo, periodismo y escritura se entrelazan con un mismo objetivo: hacer política, desmontar las certezas absolutas que nos han impuesto y reivindicar medidas al servicio de las personas y el planeta. Para mí, escribir es la manera de canalizar mi indignación. Y lo hago a partir de mi experiencia personal, a veces de manera más visible, otras menos. Años antes escribí sobre movimientos sociales en los que participé activamente, desde el movimiento antiglobalización pasando por el antiguerra hasta los indignados, después lo hice sobre políticas agroalimentarias, a raíz de mi trabajo en colectivos de consumo crítico y en defensa de la soberanía alimentaria. Ahora, tras tener un hijo, escribo sobre maternidades. Sumo una experiencia a la otra, siempre desde un mirada crítica, feminista y ecologista.

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