Mirar a la maternidad en clave política, pública y colectiva

Prólogo del libro ‘El meteorito’ de Amaia Arrazola

Esther Vivas

La maternidad pone patas arriba toda nuestra vida anterior, la relación con la pareja, con las amistades, con el mercado de trabajo e incluso con nuestro propio cuerpo. La metáfora del meteorito, que da título a este bello, sensible y brutal libro de Amaia Arrazola, no lo podría describir mejor.

La maternidad real tiene poco que ver con lo que nos han contado. Se nos habla a menudo de una madre angelical, feliz, abnegada, que lo puede todo, una superwoman, con un cuerpo perfecto tras dar a luz. He aquí el espejo donde nos miramos. Un espejo que ha moldeado minuciosamente un sistema patriarcal que quiere a las madres encerradas en casa, a cargo exclusivo de las criaturas, solas, sin otros intereses. Un espejo esculpido por un sistema capitalista que supedita la experiencia materna (el embarazo, el parto, la lactancia y la crianza) al mercado y a lo productivo.

Se trata de un ideal de maternidad que no nos representa, que nos genera culpa, malestar, inseguridad y miedo. Un arquetipo de maternidad romántico, tóxico, imposible de asumir e indeseable, al cual primero hay que desenmascarar para después desobedecer. De aquí que sea tan importante hablar de la maternidad real, de su ambivalencia inherente, porque la maternidad es luz y sombra, entusiasmo y agotamiento, alegría y temor. Ser madre es una experiencia cargada de sentimientos contradictorios, y es normal que así sea.

Por eso es tan importante narrarnos como madres, en primera persona, contar nuestros embarazos, partos, cicatrices, lactancias, puerperios, dejar de esconderlos tras la máscara de una maternidad idílica. Así lo hace Amaia en este libro, donde se desnuda, se vacía, y nos hace sentir que no estamos solas ni somos las únicas cuando ya no podemos más. Ser madre no es fácil. He aquí el espejo de la maternidad que necesitamos, ese que nos reconcilia con la experiencia materna.

Hablar de la maternidad real es imprescindible para acabar con la culpa, que nos persigue desde que nos quedamos embarazadas, culpa por engordar -nos dicen- “demasiado” en el embarazo, culpa por no tener ese parto deseado, culpa por no poder dar el pecho o darlo con dolor, culpa por no disponer de tiempo para estar con mi criatura, siempre la culpa. Sin embargo esta culpa no es nuestra.

La culpa es del sistema, de un sistema que no reconoce nuestro derecho a decidir como madres, que nos infantiliza, que vulnera nuestros derechos y los del bebé en el parto, que dificulta la lactancia materna con prejuicios sociales y sanitarios y con permisos de maternidad insuficientes. La culpa es de un sistema que da la espalda a la vida.

Sin embargo reivindicar la maternidad, visibilizarla y valorarla, no significa idealizarla, ya que la experiencia materna, el embarazo, el parto y la lactancia es diferente y única en cada mujer. Y no siempre las cosas, como muy bien dibuja y escribe Amaia, salen cómo las planeamos. A menudo no somos las madres que queremos ser sino las madres que podemos ser en las circunstancias, muchas veces adversas, en las que nos encontramos.

Mirar a la maternidad en clave política, pública y colectiva. Este es el reto. Sacar la maternidad de lo privado y plantearla como una responsabilidad de todos, mujeres y hombres, de la sociedad en general. Tenemos que desindividualizar la maternidad y desfeminizar el cuidado.

Gracias Amaia por abrirte en canal, por narrar la experiencia materna con todos sus claroscuros. Así cuando a otras mujeres les llegue su meteorito particular sabrán reconocer la maternidad real y se sentirán acompañadas.

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