Ser madre en el siglo XXI

Sofía Viramontes | Gatopardo

Tomar la decisión de ser madre en el siglo XXI es muy difícil, pero también lo es no serlo. Si una mujer decide no tener hijos y enfocarse en su carrera, es probable que se le considere una mujer incompleta, desconectada de su naturaleza, workaholic. Si por el otro, decide serlo, habrá quien le diga que está subyugada al patriarcado, que es parte del problema, que está abandonando su autonomía y poniendo en riesgo su seguridad económica.

Cada experiencia de maternidad es, por supuesto, un mundo en sí mismo. Pero hay ciertos factores que, según la autora de libro Mamá Desobediente, Esther Vivas, coinciden en diversas latitudes: “luces y sombras de ese ideal romántico que nos imponen, de esa invisibilidad, de esa culpa”, dice la autora feminista en entrevista con Gatopardo

En este libro, publicado por primera vez en España en el 2019, Vivas analiza lo que significa ser madre en el siglo XXI, retrata un movimiento feminista que aún no se ha apropiado de la maternidad y un sistema económico patriarcal que sigue esperando madres perfectas, pero también productivas.

Esther Vivas es también autora de El negocio de la comida (2014), Planeta indignado (2012), En pie contra la deuda externa (2008), Supermercados, no gracias (2007) y ganadora del Premio Biocultura al periodismo comprometido con la ecología. Su más reciente libro comenzó cuando ella y su pareja decidieron embarazarse y empezó a ver muchas cosas que antes no parecían estar ahí. 

“Aún en pleno siglo XXI la maternidad sigue apropiada por los sectores más conservadores y eso hace que muchas nos sintamos huérfanas de referentes, porque el sector feminista y los de izquierda en general se sienten incómodos con este tema”, explica Vivas. La maternidad ha sido, históricamente, un instrumento utilizado por el sistema patriarcal para ejercer control sobre el cuerpo de las mujeres. “Es fundamental, desde el feminismo, disputarle la maternidad al patriarcado y al capitalismo”.  

“Hay que sacar la maternidad de lo privado y ponerla a la luz pública para darle el valor que tiene como experiencia”, dice Vivas. Si la verdadera maternidad se queda en casa, sus oscuridades se mantienen invisibles y hacia afuera sólo queda esa imagen de madre impoluta, sacrificada y consagrada. Se deja de ver a la madre que está deprimida y agotada; a la que no quiere perder el trabajo, pero quiere pasar más de tres semanas en casa con su recién nacido; a aquella que está sufriendo porque su cuerpo nunca volverá a ser el mismo o porque ha descuidado su carrera; a las que tienen hijos con alguna discapacidad, a las que han perdido a sus bebés antes de nacer, o a las que fueron violentadas en el hospital durante el parto. 

Uno de los temas en los que profundiza en Mamá Desobediente es la violencia obstétrica. Vivas la define como “un conjunto de actitudes y procedimientos ejecutados por el personal sanitario que supeditan y menosprecian a la mujer con consecuencias físicas y psicológicas para su salud y la del recién nacido”. Se refiere al trato común que se le da en los hospitales a las mujeres que están por parir y que está completamente normalizado. La escritora considera que esta es una de las aristas menos exploradas de la violencia de género. 

“Nos han dicho que es normal que no te informen adecuadamente y que no puedas pedir explicaciones, que tal vez te toque parir sola, que te falten al respeto, que te hagan una cesárea innecesaria, una episiotomía por rutina, que te separen tu bebé apenas nace, que no te dejen darle de mamar… nos han dicho que dar a luz es esto”, reclama Esther Vivas y agrega que, al no ser reconocidas ninguna de estas acciones como violencia, se vuelve muy difícil sanar las heridas, “ser conscientes de que hemos sido víctimas y por lo tanto sobrevivientes de violencia obstétrica”.

Está claro que no todo es luz en la maternidad, también hay aspectos oscuros de los que casi nadie quiere hablar. Esther Vivas piensa que hay que atreverse a ser una Mamá Desobediente que reta las estructuras actuales, pues se ha vuelto un privilegio cumplir con las necesidades básicas reales para pasar por esto de una forma sana: tener un trabajo estable y que dé suficiente dinero, en el cual se respeten los permisos de maternidad y no se discrimine a las madres por tomarse tiempo para serlo; tener la capacidad de afrontar las dificultades de fertilidad actuales, que se deben en buena medida a que las mujeres de hoy prefieren tener hijos después de los 30; encontrar tiempo para estar con los hijos, no sólo en los primeros meses, sino durante su niñez y juventud, etc. “Tenemos un sistema neoliberal, patriarcal y productivista de una gran hipocresía, que te dice, ‘sé madre’, pero le pone mil y una trabas a la experiencia materna y la dificulta”, explica. 

Aún cuando es la clave de la sobrevivencia de nuestra especie y del sano crecimiento sano de los seres humanos, la maternidad es manipulada y reprimida. Mamá Desobediente es un buen punto de partida para revertir estas tendencias y darle un lugar nuevo al rol de ser madre en este siglo XXI.

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