La maternidad es resultado de una construcción social y cultural

Yanet Aguilar | El Universal

Cuando la socióloga, escritora y periodista española Esther Vivas quedó por fin embarazada, luego de un largo proceso de reproducción asistida, de muchos intentos fallidos, de la pérdida gestacional y de compartir la batalla de mujeres que quieren ser madres, comenzó a gestarse “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad” (Ediciones Godot, 2021), un libro que muestra cómo la experiencia materna real está profundamente invisibilizada en el seno de la sociedad y en especial en el seno del movimiento feminista.

En los movimientos sociales que aspiran a transformar la sociedad no hay una lucha por la maternidad, y eso que aún en pleno siglo XXI, la maternidad es una experiencia muchas veces atravesada por la violencia y el abuso; persiste la violencia obstétrica durante el parto. En México, entre 2011 y 2016, un 33% de las mujeres que dieron a luz afirmaron haber sufrido maltratato por parte de los personal de salud: gritos, regaños, falta de atención por “quejarse demasiado”, ser ignoradas, obligadas a parir de formas incómodas.

Según los datos del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) los estados con mayores índices de violencia son Estado de México y Ciudad de México. Según la OCDE, tan sólo durante 2016, en México el 49% del total de nacimientos fueron por cesárea, muchas innecesarias, realizadas por rutina y en muchos casos sin concentimiento de las mujeres.

“Pensamos que la maternidad es un hecho natural pero en realidad es resultado de una construcción social y cultural; a las mujeres se nos ha impuesto un determinado ideal de buena madre, de madre sacrificada y abnegada, donde la figura de la mujer desaparece; y hoy en día tenemos que ser la superwoman, que llega a todo, que siempre está disponible para el mercado de trabajo y tiene un cuerpo perfecto, y este ideal de buena madre es un ideal que no representa la experiencia materna real”, asegura Esther Vivas.

La escritora española plantea pensar la maternidad desde la perspectiva feminista, apelando a una maternidad desobediente a la establecida por el sistema, reivindicar a la maternidad como responsabilidad colectiva y social, y hablar de la experiencia materna con sus luces pero también y sobre todo en relación con sus sombras.

El sistema y la sociedad patriarcal han impuesto a las mujeres el mandato de la maternidad patriarcal: ser madre sacrificada, abnegada y sin vida propia. A esa imposición se rebelaron las feministas de los 60 y 70 que se negaron a la maternidad. Pero gracias a ellas, las mujeres nacidas en los 70, 80 y 90 pudieron escoger si querían ser madres o no.

Esa decisión, afirma Vivas, nos permite mirar a la maternidad con menos prejuicios que a las mujeres feministas que nos precedieron y nos permite distinguir necesariamente entre el mandato patriarcal impuesto de la maternidad, de la experiencia libremente elegida, que debe de estar dotada de derechos y ser una experiencia que podamos vivir libres de violencia y de abuso.

“Desde esta perspectiva del derecho a decidir sobre la maternidad, de garantizar una experiencia que pueda ser vivida libre de abuso, de violencia, y más bien gozosa, es desde donde se tiene que reivindicar desde el feminismo, porque si no es del feminismo que defienda el parto respetado, acabar con la violencia obstétrica, licencias de maternidad más amplias ¿quién lo va a hacer? Si el feminismo no defiende los derechos de las madres deja en el camino a millones de mujeres que tenemos hijos”, afirma la socióloga y feminista.

Asegura que las feministas de hoy están más abiertas a mirar a la maternidad con menos prejuicios y a reflexionar sobre ella en clave feminista, de derechos; sin embargo, hace falta incorporar la maternidad a su agenda política.

“Desde una perspectiva feminista de la maternidad evidentemente el derecho al aborto es imprescindible porque es un derecho fundamental para tener acceso a una maternidad libre y no impuesta, pero al mismo tiempo también es muy importante que desde el feminismo se defienda el derecho a ser madre si tú así lo deseas, el derecho a tener una maternidad libre de violencia, una maternidad satisfactoria, un parto que sea respetado, una licencia de maternidad compatible con el postparto y con la lactancia materna”, señala Vivas.

La autora de “Mamá desobediente”, el libro publicado en España en 2019 y lleva 11 ediciones, que el año pasado se publicó en Argentina, Chile, Uruguay, Colombia y Bolivia, y este 2021 se publica en México, en Puerto Rico y en breve en Brasil, asegura que cada vez más escritoras y artistas reflexionan sobre la maternidad en primera persona a raíz de su propia experiencia, nombrando las sombras de la maternidad, lo cual es muy bueno pues históricamente la maternidad ha sido narrada en general por hombres que escribían desde la mirada del hijo en relación a la madre.

“Hay una nueva generación de escritoras que somos madres, que somos feministas y que estamos narrando esta maternidad en primera persona y reivindicando también esta mirada feminista a la maternidad, lo estamos haciendo desde el ensayo, la ficción, la autoficción; en México hay autoras como Jazmina Barrera, Isabel Zapata y otras que escriben, piensan, reflexionan y organizan talleres de lectura-escritura precisamente para nombrar estos silencios de la maternidad y que podarnos reconciliar con la propia experiencia materna”.

Para Esther Vivas lo deseable es generar círculos de mujeres, grupos de acompañamiento para el postparto y la lactancia materna para que las mujeres desde lo colectivo puedan sostenerse y generar espacios de apoyo mutuo, de confianza y de seguridad para narrar sus experiencias y en cierto modo sobrevivir a la experiencia materna en un contexto donde criar y maternar no es nada fácil por el contexto social, económico y laboral y donde hay mujeres que viven la experiencia materna con culpa y en soledad, para que ellas nombren la maternidad real.

Las cifras vinculadas con la violencia obstétrica constatan que queda mucho camino por hacer.

“Que te obliguen a dar a luz sola, que te insulten, te falten al respeto durante tu trabajo de parto, que no te informen adecuadamente cuáles son los procolos que te hacen, que te hagan una cesárea innecesaria, por rutina, que te separen de tu bebé al nacer, todas estas son acciones constitutivas de violencia física y psíquica que hemos normalizado porque nos han dicho que parir es esto, pero no, hay que señalar que esto es violencia física y psíquica que deja una huella que después estas mujeres tienen que sanar”.

Esther Vivas asegura que los gobiernos tienen mucha responsabilidad en erradicar la violencia obstétrica, que es una forma de violencia de género; a lo que se suma la precariedad vital y laboral: muchas mujeres tienen dificultades para ser madre porque cuando se lo plantean, a la espera de una cierta estabilidad personal y laboral, pasados los 35 o 40 años ya tienen dificultades para quedarse embarazadas.

“También hay una realidad muy presente en México y en otros países de América Latina: la dificultad para acceder a métodos anticonceptivos o falta de información sobre salud sexual y reproductiva, eso hace que muchas mujeres jóvenes se queden embarazadas sin desearlo y esa es una realidad que hay que señalar y a la cual hay que mirar: para que haya derecho a una maternidad libre necesitamos también derecho a una salud sexual y a una educación sexual y reproductiva”, afirma la escritora.

Sin embargo, poco a poco se va abriendo una brecha en esta nueva ola feminista, donde toda una serie de temas vinculados con la experiencia femenina que eran tabús han empezado a salir del armario y esto también está sucediendo poco a poco con la maternidad.

“En esta nueva ola feminista se han abierto camino debates que hasta hace poco estaban muy silenciados, como el orgasmo femenino, el ciclo menstrual de las mujeres, incluso la salud mental, y entre estos temas la maternidad también ha salido a la luz pública”, concluye la feminista y ecologista.

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