Esther Vivas presentó en Buenos Aires su libro sobre maternidades

Inés Hayes | Las 12 Página 12

Publicado en pandemia y con el foco en los cuidados y la maternidad feminista, Mamá desobediente, de la catalana Esther Vivas, busca desmontar los prejuicios y verdades absolutas que tardaron miles de años en condensarse y forman parte del ideal común: las madres son sagradas. Una trampa para las personas que maternan y un axioma que los transfeminismos intentan desarmar con herramientas concretas. En diálogo con Las12, la pensadora da algunas claves para salirse del rol estancado de los cuidados, empezar a funcionar en red, y resistir los embates de las derechas en el poder. 

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Mamá desobediente, una mirada feminista de la maternidad (Godot) de la escritora y socióloga catalana Esther Vivas se presentó en nuestro país, con la compañía de Dolores Reyes y Soledad Barruti. En esta entrevista con Las12, Vivas reflexiona sobre la maternidad en tiempos de neoliberalismo y feminismo. “Las mujeres en la actualidad nos enfrentamos a una doble presión. Por un lado, la de ser madres como dicta el mantra patriarcal y serlo de una determinada manera, con un manual completo, muchas veces contradictorio, de lo que se espera de nosotras. Por el otro, siguiendo el abecé del capitalismo neoliberal, debemos triunfar en el mercado de trabajo y tener una carrera exitosa, aunque en la mayoría de los casos toca sobrevivir como se puede, con un empleo más o menos precario, sin renunciar, eso sí, se supone, a tener críos”, se lee en el inicio del libro.

¿Qué desafíos tenemos las madres en relación al avance de las derechas en todo el mundo?

–Significa una amenaza muy importante hacia los derechos de las mujeres, de las madres y de la infancia porque se trata de una ofensiva contra una serie de logros que habíamos conseguido, pues se trata de discursos que básicamente identifican la mujer con la madre, que no permiten el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, que atentan contra el derecho al aborto y consideran el cuerpo de las mujeres y de la infancia, una mercancía.

¿Cómo podemos hacer nosotras desde las maternidades feministas para luchar contra eso?

–Creo que es fundamental la organización: hemos vivido un ciclo político en el que la nueva ola feminista que ha emergido en los últimos años ha tenido un peso muy importante a nivel político y ha impregnado el imaginario social y colectivo. Pero al mismo tiempo estamos sufriendo esta ola reaccionaria por lo que el reto está en poner en cuestión estos discursos ultraliberales, ultra reaccionarios y organizarnos tanto a nivel colectivo como en las redes entre madres. Salir a la calle en defensa de esos derechos que se ven a amenazados y ser conscientes que somos muchas y que defendemos el poner la vida y los cuidados en el centro.

¿Podrías explicar el concepto de maternidad feminista?

–Las feministas de los años ‘60 y ‘70 se rebelaron, como era necesario, contra el mandato tan brutal de la maternidad patriarcal y de la maternidad como destino único, pero en este revelarse en parte se cayó en un discurso anti maternal que es comprensible en ese momento pero hoy en día nos encontramos en otro contexto: actualmente hay una nueva generación de mujeres que somos madres nacidas en los ’70, ‘80 y 90, que gracias a la lucha de nuestras antecesoras feministas, hemos podido decidir en buena medida si tener hijos o no tenerlos y esto nos permite mirar a la maternidad con menos prejuicios que nuestras antecesoras y distinguir entre lo que es el mandato patriarcal de la maternidad de la experiencia materna con toda su ambivalencia intrínseca y tener claro que hay que acabar con este mandato patriarcal de la maternidad. Pero también reivindicar la importancia de esta experiencia materna como una experiencia libremente elegida que tiene que estar dotada de derechos y la nueva ola feminista que hemos vivido en los últimos años empuja en esta dirección en la medida en que ha sacado de lo privado el tema de los cuidados y la maternidad.

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Por otro lado el feminismo debe disputar el relato de la maternidad a los sectores conservadores y reaccionarios que se han apropiado del concepto de la madre y la familia donde como madres no podemos decidir sobre nuestros cuerpos, no tenemos derecho al aborto, no podemos decidir sobre nuestro embarazo, parto, lactancia. Esos relatos consideran que como mujeres sí o sí tenemos que ser madres y que como madres no podemos tener vida propia y defienden un modelo de familia que no representa la diversidad de familias que existen por lo tanto hay que disputar este relato desde el feminismo.

Se está poniendo sobre la mesa que la tarea de cuidado es trascendental…

–El problema es que vivimos en un sistema socioeconómico que le da la espalda a los cuidados, a la vulnerabilidad humana, a la dependencia que son intrínsecas a las personas y la maternidad como trabajo de cuidados como una tarea donde la vulnerabilidad y la dependencia atraviesan lo que significa cuidar de niñas y niños. Actualmente es una práctica totalmente menospreciada, no valorada, invisible y creo que es aquí donde hay que plantear que los cuidados y la dependencia humana deben de colocarse en el centro de la sociedad, de las políticas económicas y de las políticas laborales. ¿Qué sería de esta sociedad sin maternaje, sin cuidados? Estas tareas deben ser una responsabilidad colectiva, no solamente de las mujeres madres, sino de la sociedad. Y tiene que contar con instituciones y políticas públicas que la avalen porque si no maternamos en un contexto socioeconómico que es hostil. Y en la medida en que una serie de derechos relacionados con la maternidad no están garantizados, en la medida en que no hay el derecho a un parto respetado que esté garantizado, no tenemos derecho a licencias de maternidad más amplias, no tenemos derecho a una lactancia materna acompañada, estas prácticas se convierten en un privilegio. Por eso son fundamentales las políticas públicas que garanticen que todas las mujeres, al margen de su clase social, de su raza, de su identidad de género, de su edad, de su orientación sexual puedan tener acceso a todos estos derechos.

Recordaba que la economista que ganó el Premio Nobel planteó que las desigualdades entre las identidades sexo genéricas tiene relación directa con la desigualdad en las tareas de cuidados, ¿creés que es así?

–Sí, totalmente, y además siempre se sitúa que el problema es la maternidad o la crianza, no un mercado laboral que no permite el cuidado ni la crianza, ni el maternaje, es decir, necesitamos que el mercado laboral y que la sociedad se adapte a la maternidad, a la crianza. Pero pasa todo lo contrario, la maternidad debe encorsetarse en un mercado laboral que no respeta los tiempos que necesita un posparto, ni las necesidades de una primera infancia.

¿Cómo ves las maternidades de las mujeres más jóvenes?

–La maternidad de las nuevas generaciones diría que irá con menos prejuicios, reivindica poder decidir sobre esta experiencia y tienen mucha más confianza y más conciencia de cómo poco a poco la maternidad va ocupando el espacio público y entra en los debates feministas, lo que permite a las mujeres jóvenes tener más información a la hora de abordar esta experiencia.

¿Cómo te sentiste en Buenos Aires en las presentaciones con Dolores Reyes y Soledad Barruti?

–La verdad es que los actos en Buenos Aires han sido han sido maravillosos, ha sido un lujo poder que escritoras activistas mujeres como Soledad y Dolores hayan acompañado la presentación del libro, así como los debates y las conversaciones que hemos tenido sobre maternidades feministas. Y las mujeres que han asistido a estas actividades han participado muy activamente compartiendo, conversando y también con muchos libros que he firmado para muchas de estas compañeras con las que nos hemos conocido a lo largo de estos años desde que salió publicado el libro en el año 2020 hasta hoy a través de redes sociales.


Esther Vivas es una periodista, socióloga y escritora residente en Barcelona. Se ha especializado en análisis político, consumo crítico y maternidades feministas. A lo largo de la década del 2000 estuvo muy implicada en el movimiento antiglobalización y el movimiento antiguerra y participó activamente en distintas ediciones del Foro Social Mundial. Su activismo derivó en el análisis de movimientos sociales alternativos, y es autora de En pie contra la deuda externa (2008) y coautora de Planeta indignado (2012). A partir del 2004 abrió un nuevo campo de reflexión sobre políticas agroalimentarias y consumo consciente. Sus principales obras en esta materia son ¿Adónde va el comercio justo? (2006), Supermercados, no gracias (2007) y El negocio de la comida (2014). A raíz de convertirse en madre, en 2015, empezó a escribir sobre maternidades, parto, violencia obstétrica y lactancia materna desde una perspectiva feminista y ecologista. En la actualidad, Esther Vivas se desempeña como analista política en televisiones y radios y escribe en periódicos del Estado español. También imparte clases en distintos centros universitarios.

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