Héctor González | Aristegui Noticias
“Los derechos sexuales y reproductivos son fundamentales para tener derecho a una maternidad libremente elegida”, sostiene la periodista y socióloga española Esther Vivas (1975).
Desde que publicó su libro Mamá desobediente, no ha parado de impartir talleres y pláticas al respecto e incluso se dice sorprendida por el impacto que ha tenido su libro en países como México. “La nueva ola feminista ha permitido sacar temas vinculados a la experiencia femenina que hasta hace poco eran tabú”, reconoce Esther Vivas, quien durante su reciente visita a la CDMX habló con Aristegui Noticias.
¿Cómo interpretas el interés que ha despertado tu propuesta de repensar la maternidad?
La nueva ola feminista ha permitido sacar temas vinculados a la experiencia femenina, que hasta hace poco eran tabú y eran silenciados, al espacio público, por ejemplo, la sexualidad femenina, la menstruación y la maternidad. El libro Mamá Desobediente ha conectado con el sentir de todas estas mujeres que plantean otra mirada sobre la maternidad. Cada vez está más clara la importancia de que el feminismo acoja lo que significa la maternidad, la experiencia de las madres y sus derechos.
¿Cómo ha sido esa incorporación de la maternidad al feminismo?
Hoy hay una nueva generación de mujeres que somos madres nacidas en los setenta, en los ochenta y noventa, y gracias a la lucha de las feministas que nos precedieron hemos podido decidir, en buena medida, si ser madres o no. Esto nos ha permitido mirar la maternidad con menos prejuicios que ellas y distinguir entre lo que es el mandato que históricamente nos ha impuesto el patriarcado, de lo que es la experiencia materna, que tiene que ser una experiencia libremente elegida y que tiene que estar dotada de derechos. Es desde aquí desde donde reivindicamos la maternidad como una cuestión feminista, contrahegemónica y desobediente.
En Estados Unidos, hay autoras que, desde los sesenta, setenta, escribían de las complejidades de la maternidad, ¿en Hispanoamérica llegamos tarde al tema?
Diría que los textos de Adrienne Rich, en particular, son los precursores de la maternidad feminista y continúan plenamente vigentes. Hoy los recuperamos porque conectan con el sentir de una nueva generación de mujeres que somos madres, que queremos mirar más allá de la maternidad patriarcal; también es importante reconocer las contribuciones que ha habido en el pasado, desde los feminismos negros, que profundizaron desde otra mirada y lugar. La maternidad no solo viene atravesada por desigualdades de género, sino también por desigualdades de clase social, de raza, orientación sexual, identidad de género. Creo que los aportes del feminismo negro son imprescindibles.
La violencia y los feminicidios atraviesan considerablemente al feminismo latinoamericano, ¿no?
Cierto, pero la nueva ola feminista que atraviesa varios países de América Latina ha puesto sobre la mesa la maternidad como un tema a tener en cuenta. En Chile se está haciendo un trabajo muy importante en lo que hace referencia a los derechos sobre salud sexual y reproductiva; hay, además, una la lucha contra la violencia obstétrica. Aun así, hay un discurso hegemónico en torno a la maternidad que continúa diciéndote: “tú como mujer tienes que ser madre”. El feminismo se rebela contra esto, por lo tanto, para mi uno de los retos más importantes es plantear como el derecho al aborto es una premisa imprescindible para tener derecho a una maternidad libre, deseada y no impuesta.
¿Qué tipo de alerta ves en las expresiones políticas de derecha extrema?
Los avances de esta ola feminista han generado mucho rechazo por parte de sectores reaccionarios, esto pone en evidencia que los derechos de las mujeres constantemente se cuestionan, incluso esos que pensábamos que ya se habían logrado y estaban consolidados. ¿En qué clave estos sectores defienden a las madres, la familia, la crianza? Las defienden desde una perspectiva conservadora, donde las mujeres no podemos defender sobre nuestro cuerpo, donde tenemos que ser madres, por el solo hecho de ser mujeres, donde nos imponen una crianza encerrada en lo privado y sin corresponsabilidad, y esto lo único que genera es dolor, sufrimiento, malestar, violencia y abuso en las madres.
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¿Cómo aterrizar eso en términos de política pública?
Los derechos sexuales y reproductivos son fundamentales para tener derecho a una maternidad libremente elegida. Necesitamos información sobre salud sexual y reproductiva, acceso a métodos anticonceptivos y derecho al aborto para poder decidir si ser madres o no. Una de las lacras más importantes que hay en la maternidad es la violencia que sufren las mujeres embarazadas, en proceso de parto y postparto en lo que se describe como violencia obstétrica, es decir, que te induzcan un parto sin necesidad, que no te informen adecuadamente, que te menosprecien, que te hagan una cesárea no necesaria, que te separen de tu criatura nada más nacer. Las políticas públicas tienen que visibilizar esta violencia y trabajar para eliminarla. Después tenemos todo lo que son recursos destinados a la maternidad, empezando por unas licencias para madres y padres más amplias.
Se suele hablar poco del hombre…
La maternidad no debería de considerar una responsabilidad únicamente femenina. En una pareja heterosexual, cuidar de una criatura debería ser tanto responsabilidad de la mamá como del papá, al mismo tiempo se debería considerar la maternidad una tarea colectiva. El reto está, por un lado, en desfeminizar el cuidado, entender que debe ser una responsabilidad mixta. Por otro lado, se necesita entender que la crianza no pasa tanto por lo individual si no por lo colectivo, cuidar del bienestar físico y emocional de la infancia no debería ser una solo responsabilidad de la madre y el padre sino de la sociedad en general, porque las criaturas tienen derechos y ellos van a ser el futuro de esta sociedad.
Unos años después de la publicación de tu libro, ¿qué es ser ahora una mamá desobediente?
Para mí es ser una mujer que se reivindica a sujeto político y de derechos, es decir, reivindica poder decidir sobre su experiencia materna, su cuerpo, su embarazo, su parto, su lactancia. Una mamá desobediente pone en cuestión el modelo hegemónico de maternidad que nos han impuesto y no representa la experiencia materna real. Creo que como madres tenemos que reivindicar el poder y el goce en la maternidad y solo será posible si tenemos una serie de derechos garantizados. Necesitamos que toda mujer, al margen de su clase social, raza, identidad de género, orientación sexual, edad, tenga una serie de derechos reconocidos.
Esto atraviesa por una reivindicación importante del cuidado, como una contraparte al discurso patriarcal.
Es fundamental reivindicar el cuidado como una tarea imprescindible para la reproducción de la vida, todos a lo largo de nuestra vida vamos a necesitar que alguien nos cuide, de pequeños, de mayores, cuando estamos enfermos, pero esta sociedad da la espalda al cuidado, es una sociedad que valora lo productivo, aquello que tiene un valor económico, mercantil. Reivindicar la centralidad política del cuidado, debería de implicar también la reivindicación de la centralidad política de la maternidad y la crianza, entendida como una responsabilidad pública y colectiva.