La maternidad no debería ser sacrificio sino goce

Andrea Ginestar | MDZ Argentina

Las mujeres cargamos con numerosos mandatos sociales sobre nuestras espaldas, un “deber ser” impuesto desde pequeñas que es reforzado a medida que transcurren los años. En muchos casos, ese espiral está atravesado por violencias que son difíciles de identificar y son naturalizadas por una sociedad que exige de forma permanente sin tener en cuenta las cargas emocionales que involucra ser mujer y madre.

Las consignas propuestas por los movimientos feministas van generando espacios de discusión en distintos ámbitos que incluyen una mirada más realista del rol que ocupan las mujeres a la hora de maternar pero a pesar de los cambios que podemos generar a nivel personal, es necesario que exista una respuesta por parte de las instituciones y el Estado en torno al tema.

“Ser madre no es fácil y menos en esta sociedad que dificulta la experiencia materna y pone muchos obstáculos a la conciliación, vivimos en una sociedad que nos discrimina por el hecho de ser madres”, dijo Esther Vivas, autora del libro “Mamá desobediente” y agregó: “Somos las madres que podemos ser en las circunstancias adversas en las cuales maternamos, ser conscientes de ello es fundamental porque muchas veces nos sentimos malas madres, que no llegamos  a todo, que nos equivocamos… ser madre es fracasar”. 

“Muchas veces nos sentimos malas madres porque no llegamos  a todo y nos equivocamos…ser madre es fracasar”, dijo Esther Vivas. 

La autora insiste en que ese ideal de maternidad viene siempre determinado por una sociedad machista y patriarcal que supedita la vida al ámbito productivo y mercado de trabajo; un ideal de madre perfecta que está muy lejos de representar la experiencia materna real.

“La culpa siempre nos acompaña como madres porque este sistema patriarcal reduce la maternidad a una responsabilidad individual de la mamá. La sociedad en que vivimos nos hace creer que el futuro de nuestras criaturas depende de nosotras y esto es mentira ya que hay una serie de condicionantes económicos y sociales que marcarán su vida”, reflexionó. 

Un mercado laboral desigual y numerosas discriminaciones

La maternidad viene atravesada por distintas discriminaciones, violencias, opresiones y una de ellas es la discriminación laboral, hay mujeres que no son contratadas en un empleo ya que tienen hijos o quieren tenerlo. “El patriarcado secuestró la maternidad y el capitalismo la supeditó al mercado”, agregó Vivas.

“Hay mujeres a las que no se les dan opciones o posibilidades porque tienen criaturas a su cargo, mujeres que son juzgadas constantemente por tener una reducción laboral o porque quieren dedicar más horas a cuidar y estar con sus hijos e hijas. El mercado laboral es parte de un sistema que apunta a que las madres sean cuidadoras y al mismo tiempo profesionales como si no tuvieran hijos o hijas a cargo”, dijo la autora.

“El patriarcado secuestró la maternidad y el capitalismo la supeditó al mercado”, sentencia Vivas.

En torno a esos mandatos sociales existentes en la actualidad, se pudo observar un aumento de los problemas de salud mental derivados del estrés emocional que sufrieron las madres durante la pandemia ya que asumieron en gran parte las tareas de cuidado  cargando en los hombros la carga de ser una “mala madre” por no poder llegar a todo.

“Las madres nos miramos en un espejo de la maternidad donde tenemos que ser la madre abnegada y sacrificada de toda la vida. Una mujer que cuida de sus hijos e hijas, de la familia y del marido sin vida propia y al mismo tiempo la super mujer que llega a todo con un cuerpo perfecto, siempre disponible para el empleo”.

“La discriminación en el mercado laboral es una de las que más sufrimos y tiene que ver con las desigualdades de género que se dan en el mercado laboral pero al mismo tiempo las mujeres sufrimos discriminación y violencia en la atención sanitaria del parto, sufrimos violencia cuando se nos juzga por amamantar en público o sobre la forma en que ejercemos como madres”, destacó Vivas y finalizó: “Muchas veces normalizamos esta violencia y discriminación pero hay que nombrarlas y visibilizarlas para erradicarlas”. 

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