“El parto se ha convertido en un gran negocio”

Ysabella Osses | Jevas Combativas

Jevas Combativas entrevistó a Esther Vivas, autora de “Mamá Desobediente”, un libro reivindicando la maternidad como una tarea colectiva y feminista.

Pregunta: ¿Qué te inspiró a escribir este libro?

Respuesta: Me inspiró la indignación. Yo me indigné. Cuando quedé embarazada y tomé conciencia de la violencia y el abuso que sufren tantas mujeres a la hora de parir, lo que se llama violencia obstétrica. Pensé en cómo nadie antes me había contado nada de esto.

La violencia obstétrica consiste en ese conjunto de prácticas que llevan a cabo los profesionales de la salud cuando atienden el parto, pero también el embarazo y el postparto, y que causan un daño físico y emocional enorme en la mamá.

Por ejemplo, violencia obstétrica es que no te informen adecuadamente en tu parto, que te infantilicen, que te induzcan el parto sin necesidad, que te hagan una cesárea sin necesidad. Violencia que hemos normalizado, porque nos han dicho que parir es esto. Entonces, cuando yo tomé conciencia de este abuso, de tantos partos traumáticos que han vivido tantísimas mujeres, me inspiré y empecé a escribir el libro “Mamá Desobediente”.

Pregunta: Leyendo tu libro aprendí sobre la mercantilización del parto y la maternidad. Desde la forma en que parimos y cómo el posicionamiento de la camilla es más beneficioso para el doctor o doctora en vez de la mujer embarazada, o de cómo la mayoría de cesáreas pasan los días de semana y no el fin de semana, estando así alineadas con los días libres de los y las doctoras.

Respuesta: Es así, el parto se ha convertido en un gran negocio. Se busca hacer negocio con el nacimiento de nuestras criaturas y que se haya impuesto la cesárea como una nueva manera de nacer, es decir, está claro que si necesitas una cesárea te la tienen que hacer sí o sí, si no es violencia obstétrica, y hay muchas mujeres en particular en América Latina, mujeres latinas, indígenas o migrantes que no reciben cesáreas porque les violentan sus partos cuando los necesitan.

Pero hay muchísimas más mujeres a quienes se les hacen cesáreas cuando no hace falta porque el sistema médico, en particular el privado, gana más dinero. Una cesárea es más cara que un parto vaginal, una cesárea se puede programar, puede dejar que un profesional de la salud pueda terminar su turno a una hora programada y todo esto va en contra de las necesidades de las niñas, niños, de madres porque el parto no tiene horario.

Esto es acelerar la fisiología del parto a las necesidades del mercado y las necesidades del capital. Entonces, en los partos, asistimos a una cascada de intervenciones que convierte a un parto normal en partos graves y de riesgo que acaban siendo experiencias traumáticas para las mujeres. La violencia obstétrica es una de las últimas fronteras de la violencia de género que sufrimos las mujeres por el solo hecho de ser mujeres.

Pregunta: También leí sobre los procesos de lactancia y de compañías como Nestlé o Danone, que invierten millones de dólares en propaganda y campañas de marketing para persuadir a las mujeres de que las leches de ellos ofrecen más nutrientes que la leche materna.

Respuesta: Cuando hablamos sobre la alimentación de los más pequeños, en la lactancia, pensamos en algo muy puro, donde no puede haber negocios o intereses económicos de por medio, pero la realidad es que sí existen estos intereses. El capitalismo intenta hacer negocio en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, entonces, la industria agroalimentaria (que está detrás de nuestra alimentación y que acaba determinando qué comemos) también intenta controlar, influenciar y determinar la alimentación de nuestros hijos.

Entonces, si nosotras damos el pecho, esto nos da una autonomía personal y esto permite que seamos independientes de los intereses de los productos de grandes empresas. Cada mujer tiene que hacer lo que quiera con su lactancia, pero hay que señalar que vivimos en un mundo capitalista que facilita la leche artificial y dificulta la lactancia materna.

Pregunta: ¿Cómo puede una persona sin aspiraciones de maternidad o no-gestante apoyar una Maternidad Desobediente y Feminista?

Respuesta: En primer lugar, desde los feminismos tenemos que entender que la maternidad es una cuestión que debe formar parte de nuestra agenda. Convertirte en madre no te lleva a traicionar al feminismo, porque a veces ha habido este estigma y esto ha sido así porque es verdad que el patriarcado históricamente nos ha impuesto a las mujeres el mandato de ser madres.

Mis abuelas no pudieron escoger si ser madres o no y yo creo que mi madre en cierto modo tampoco lo pudo escoger. Si el feminismo no se apropia de la maternidad, nos deja a las madres en manos de un discurso y un ideal materno, patriarcal, y capitalista que construye una maternidad donde tenemos que ser madres abnegadas, sacrificadas, sin vida propia, sin derecho al aborto y sin intereses aparte.

Como feministas debemos disputar este discurso y crear un discurso alternativo donde la maternidad sea una elección propia, donde seamos sujetas de derechos y decidir sobre nuestros partos y maternidades. Una maternidad feminista implica que nos reivindiquemos con otros intereses más allá de ser madre y que veamos la maternidad como una tarea y responsabilidad colectiva de la familia completa y del Estado.

Pregunta: Si nuestras Jevas Combativas pudiesen llevarse una idea o mensaje de esta conversación, ¿qué te gustaría que fuese?

Respuesta: Les diría que no se trata de claudicar. La indignación es esa semilla que nos permite levantarnos y salir a luchar. Y que la maternidad es una cuestión feminista porque implica los derechos vulnerados de muchas mujeres que somos madres, nos violentan nuestra experiencia y es el feminismo quien tiene que defender nuestros derechos.

La maternidad también necesita mucha más sororidad, no se trata de juzgar a las madres, sino de solidarizarse con ellas y generar estos espacios de solidaridad entre las mujeres, madres y no-madres.

En esta sociedad, ser madre es muy duro, pero no serlo también lo es porque constantemente nos juzgan y nos cuestionan en esta sociedad patriarcal y capitalista que nos critica por el solo hecho de ser mujeres.

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