María Fernanda Cardona | Revista Bienestar
La española Esther Vivas es periodista, socióloga y escritora. Su libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, es considerado un bestseller, con más de 30.000 ejemplares vendidos. Hablamos con la autora, que estará en la FILBO 2024.
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Conocí a Esther Vivas en 2019, cuando mi hijo no tenía ni un año. Recuerdo que fue una época confusa en la que tenía muchas preguntas que iban más allá del número de veces que debía dar teta o la mejor marca de pañal en el mercado. Eran preguntas que surgían del malestar que me causaba la excesiva romantización de la maternidad y la culpa por no ser la madre perfecta que el mundo esperaba de mí.
Entonces llegué a Mamá desobediente. Una mirada feminista de la maternidad y muchos de los malestares que hasta ese momento no sabía cómo nombrar tomaron forma. En este libro encontré una crítica profunda al lugar secundario que tienen las tareas del cuidado en la sociedad contemporánea, pero no solo eso: Mamá desobediente fue un abrazo porque entendí que no estaba sola. Que el malestar que yo sentía era compartido. Que las madres no teníamos por qué callar nuestras vivencias. Que la experiencia materna era tierna, pero también profundamente ambivalente.
Esther, desde otro continente, me ayudaba a transitar mi maternidad de una forma más consciente y feliz, porque con ella descubrí que la experiencia materna puede ser placentera cuando comprendemos de dónde vienen aquellas ideas y realidades que nos causan malestares y culpas cuando maternamos.
¿Cómo conciliaste el cuidado de tu hijo con la escritura de Mamá desobediente?
Escribí el libro durante los tres primeros años de crianza de mi hijo y, a veces, me pregunto “¿Cómo lo hice?”. Es resultado de contar con una pareja corresponsable, que asume sus tareas de crianza, y de delegar aspectos vinculados a la maternidad. Para mí era necesario tener esos espacios propios, donde escribir y reflexionar. Aunque esto plantea situaciones ambivalentes: el querer estar con tu criatura, pero no estar presente porque estás escribiendo un libro sobre maternidad.
¿Y cómo gestionabas esa culpa?
La culpa tiene mucho que ver con una mirada desde la cual las madres tenemos que ser las cuidadoras principales de nuestras criaturas. Según eso, tenemos que ser una madre abnegada, sacrificada, sin vida propia. Entonces yo creo que problematizar y politizar la maternidad ayuda a librarse de la culpa.
¿Cómo transformó tu vida personal y profesional la maternidad?
Cuando quedé embarazada y busqué información sobre dónde dar a luz, me topé con la realidad de que muchas mujeres son maltratadas en sus partos. Esto, junto al sentirme huérfana de referentes feministas, encendió una llama de indignación que fue la semilla que me llevó a escribir el libro, el cual dio un vuelco significativo a mi trayectoria profesional y centró mi campo de reflexión, análisis y escritura en la maternidad.
¿Cómo ves la relación actual de los feminismos con las maternidades?
Uno de los elementos que más me impactó fue constatar la deuda histórica que el feminismo tiene con las madres y la infancia, pues nos ha dejado a un lado. Aunque esa deuda se está empezando a saldar gracias a la nueva ola feminista que está sacando, de lo privado a lo público, una serie de temas vinculados a la experiencia de las mujeres que hasta hace poco eran invisibles, como la menstruación, la sexualidad femenina, la menopausia y la maternidad. Creo que esto nos permite no solo reconciliarnos con nuestras capacidades fisiológicas, sino también reivindicar el goce y el placer en la maternidad.
¿Cuál es el papel de la infancia en esta discusión?
Los derechos de las madres y las infancias están muy vinculados, pues una mirada feminista a la maternidad implica una mirada feminista a la crianza. Esto significa que el cuidado debe ser considerado una responsabilidad colectiva y pública. Las criaturas necesitan tener una red amplia de cuidados que las sostenga. El problema es que vivimos en una sociedad profundamente individualista, donde muchas veces el cuidado recae en la mamá o la unidad familiar.
Cuando las madres reivindicamos tener una vida propia, es porque esta aporta una serie de experiencias a nuestra vida personal que enriquecen la relación con nuestras criaturas. Una maternidad donde yo no puedo decidir, que es vivida con sacrificio, dolor, soledad, trauma, violencia, va a repercutir en mi experiencia materna y salud mental; pero no solo eso, también en la de mi hijo.
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¿Cuál es el llamado que le hacemos las mamás desobedientes a la sociedad con respecto al cuidado?
Necesitamos que se le dé otra mirada a la maternidad, entendiendo que es una cuestión que nos involucra a todos, porque es una tarea esencial para la reproducción humana. Y esto solo se puede plantear, desde mi punto de vista, desde una perspectiva feminista. Sin idealizar el cuidado, pero sí señalando la importancia que tiene. Todo el mundo tiene el derecho a ser cuidado y todo el mundo tiene el deber de cuidar.
¿Cómo has hecho para conciliar tu vida laboral —que implica investigación, lectura, escritura y viajes— con la maternidad?
Los ritmos de la maternidad son contrarios a la lógica productivista, y esto hace que sea muy difícil poder conciliar el cuidado con el empleo remunerado. Por eso, cada una hace lo que puede. En mi caso particular, cuando mi hijo era más pequeño, lo llevaba a mis actividades y viajes, y mis padres o mi pareja venían con nosotros. Poder cuidar y criar de una manera saludable necesita una red de apoyo.
Para ti, ¿qué es bienestar?
El bienestar pasa por tener una serie de derechos garantizados: tener acceso a una vivienda, a una alimentación sana y saludable, a un sistema educativo de calidad, a una aportación cultural y a la salud mental. El bienestar es fundamental para nuestro día a día, pero no todo el mundo puede permitírselo. Por eso creo que es importante vincular el bienestar a una serie de derechos que deben ser garantizados. Y lo mismo sucede con el bienestar materno: implica tener acceso a un parto respetado, a amamantar a tu criatura si así lo deseas, a no ser juzgadas.
¿Cómo enfrentas los retos de tu maternidad para estar bien?
Para mí la maternidad es una fuente de placer, pero, a veces, también de sufrimiento, dolores, preocupaciones, cansancio y agotamiento. Por eso, en mi experiencia, ha sido muy importante tener vida propia más allá de la maternidad. Mi bienestar pasa por poder quedar con mis amigas, tener tiempo para leer o escribir, tener una carrera profesional que me aporte, donde me pueda sentir realizada. El bienestar, en términos personales, también ha implicado tener una pareja corresponsable, que asume lo que le toca.
Cuando maternamos entramos en el mundo de los tips de lactancia, crianza, entre otros. ¿Consideras que hay sobreinformación?
Cuando seguimos cuentas de Instagram o determinados manuales sobre la maternidad, las madres nos sentimos juzgadas porque, en vez de acompañarnos, son materiales que buscan instruirnos. Las madres necesitamos apoyo, mas no juicio. Y muchas veces esa información se plantea desde posiciones maximalistas que no tienen en cuenta los condicionantes sociales y económicos en los cuales maternamos.
Yo creo que es positivo que hoy en día se plantee una manera de criar contraria a la que ha sido dominante durante décadas, pero no podemos convertir estas ideas en un nuevo dogma, porque cada mujer tiene una mochila propia. Las madres necesitamos más sororidad y menos juicio.
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¿Qué le dirías a una mamá primeriza?
Le diría que la maternidad marca un antes y un después en nuestra vida. Que nada vuelve a ser igual, que implica un cambio muy importante en nuestro cuerpo, en nuestra relación de pareja, en nuestra relación con la familia, con el empleo, las amistades y la sociedad. Y que ser madre no es fácil, que vivimos en una sociedad que es muy hostil a lo que significa cuidar y criar.
Pero, por ese contexto adverso, hay que reivindicarnos como sujetos políticos. Hay que exigir el derecho a decidir sobre nuestra experiencia materna. También le diría que la maternidad es ambivalente por definición, que implica luces y sombras, y que cuando somos conscientes de lo que significa la maternidad real podemos reconciliarnos con esta experiencia.
¿Qué viene para ti en el futuro cercano? Estoy escribiendo un nuevo libro, donde parto de las reflexiones de Mamá desobediente para profundizarlas e ir más allá. Y en abril estaré en Colombia participando en la FILBO.
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Leer el reportaje completo en la revista Bienestar, pág. 20 a 27, aquí.