Esther Vivas | Público
A bombo y platillo, el presidente de Mercadona Juan Roig anunció la semana pasada los millonarios beneficios, un año más, de la empresa. Un total de 611 millones de euros netos, un 12% más que en el ejercicio anterior. Y es que Mercadona, como ningún otro supermercado, ha sabido sacar partido de la crisis, convirtiéndose en estos años en el número uno de la gran distribución, y su presidente en una de las principales fortunas españolas, según la revista Forbes.
¿Cuáles son las claves del éxito de Mercadona? ¿Qué se esconde tras una estudiada estrategia de marketing que habla de “conciliación”, “repartición de beneficios”, “cadena agroalimentaria sostenible” y “creación de empleo”?
Abusos laborales
Las denuncias a Mercadona por malas prácticas y abusos laborales son múltiples. Despidos improcedentes, política antisindical, presión extrema sobre la plantilla, dificultades para obtener la baja por enfermedad, acoso laboral, expedientes disciplinarios son solo algunas de las denuncias que han realizado sus empleados. En 2015, la empresa fue condenada como responsable civil subsidiaria por el acoso sexual sufrido por dos empleadas en un centro de Valencia. En el Mercadona de Fraga, en 2014, se denunciaron tres casos de acoso laboral. En 2013, Francisco Enríquez, siete años en un centro en Málaga, fue despedido tras ser elegido delegado sindical de CGT. En 2006, la compañía tuvo que indemnizar a una empleada de un supermercado de Pozoblanco, Córdoba, por despido improcedente. El mismo año, en 2006, se dio uno de los mayores conflictos en el Centro Logístico de Sant Sadurní d’Anoia, encargado del abastecimiento de los supermercados de Catalunya, Aragón y Castelló, cuando varios mozos de almacén iniciaron un proceso de auto-organización con el apoyo del sindicato CNT. La respuesta de Mercadona: tres empleados a la calle. Por solo citar unos pocos ejemplos, de los muchos que hay.
Sin embargo, las malas prácticas laborales forman parte del ADN de la empresa. Un ejemplo: el protocolo de Mercadona obliga a que en caso de embarazo, accidente o enfermedad, se notifique la situación al coordinador de la tienda, quien contacta con el médico de la empresa, y evita de este modo que el trabajador asista a su médico de cabecera y obtenga la baja. En caso necesario, se conceden los llamados “días de descanso”, que no baja, durante los cuales el médico de Mercadona llama cada día al trabajador para ver si ya está listo para incorporarse de nuevo a su puesto. ¿Dónde quedan en Mercadona los derechos de sus empleados?
Ya lo decía The Wall Street Journal: el “modelo alemán” es el éxito de la empresa, condiciones de trabajo flexibles y salarios ligados a la productividad. Algo de lo que Juan Roig no habla en sus balances de beneficios.
La muerte del pequeño comercio
El pequeño comercio es otro de los grandes damnificados por Mercadona. No en vano, a finales del 2013, la empresa lanzó una nueva estrategia para vender productos frescos y acabar con la “competencia”. Así lo decía Juan Roig: “Sin ir a Harvard sino a ‘Harvacete’, los fruteros son más listos que nosotros”. Alrededor de cada Mercadona, añadía, “no hay ningún colmado pero hay ocho fruterías”. El objetivo, acabar con ellas.
Los campesinos, ganaderos y proveedores han denunciado también a la empresa. El sindicato valenciano Unió de Llauradors interpuso, en 2014, una denuncia contra Mercadona por vender a pérdidas la carne de pollo, que comercializaba a un precio inferior al de su adquisición, presionando a la baja el precio en origen. La Unións Agrarias y la Asociación Sectorial de Criadores Avícolas de Galicia denunció un año antes la misma práctica en los centros gallegos. En junio de 2013, campesinos canarios concentrados a las puerta de un Mercadona en Las Palmas de Gran Canaria regalaron toneladas de patatas para señalar los precios de miseria que les pagaba el supermercado, por debajo del coste de producción.
Alimentos ‘viajeros’
Mercadona se ha sumado a la tendencia de lo local. Sin embargo, aunque intenta hacer gala de producto de proximidad, un mero paseo por sus lineales y una lectura atenta a su etiquetado contradice a menudo dicho marketing. Y es que ni la famosa orxata valenciana parece ser de Valencia en los estantes de una empresa que tiene su origen precisamente en este territorio. Como denunció la Unió de Llauradors en 2013: la orxata que comercializa Mercadona no lleva el distintivo de Denominación de Origen con lo cual, muy probablemente, la xufa que utiliza viene de África.
Y, ¿el aceite? El sindicato COAG puso de relieve, en marzo de 2009, el pacto al que Mercadona llegó con la empresa portuguesa Sovena, cuyo principal accionista, “casualidades” de la vida, es uno de los yernos de Juan Roig. Su acuerdo: plantar olivar y producir aceite de oliva en Portugal y el norte del Magreb. De este modo, se deslocaliza la producción, se importan alimentos “viajeros”, con miles de kilometros a sus espaldas, y la empresa aumenta sus beneficios. ¿Dónde queda el producto local en Mercadona? Y, ¿a qué precio se paga al proveedor?
No es de extrañar que así le salgan los números a Mercadona. Más crisis, más precariedad, mayores beneficios. “Supermercados de confianza”, nos dicen, yo lo dudo.