Pedro Burruezo | The Ecologist
Equivocarnos forma parte de la tarea de ser madre, pero parece que las madres nunca se pueden equivocar. He aquí el mito de la madre perfecta contra el que la periodista Esther Vivas insta a las mujeres a rebelarse en su nuevo libro “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”, publicado en castellano por Capitan Swing y en catalán por ARA Llibres. “Una vez las mujeres hemos acabado con la maternidad como destino: toca poder decidir cómo queremos vivir esta experiencia”.
-¿Le puedes explicar el libro a alguien que no lo haya leído?
-El libro “Mamá desobediente” quiere sacar del armario todos esos silencios que rodean la experiencia materna. Nos venden un ideal de maternidad color de rosa que no tiene nada que ver con lo que vivimos las madres. La culpabilidad, en consecuencia, siempre nos acompaña, parece que no hacemos nada bien. Sin embargo, el problema no somos nosotras sino un entorno social y laboral que dificulta la maternidad. Ser madre pone patas arriba nuestra vida personal, pero si a eso le sumamos el sufrimiento que demasiado a menudo se vive en el parto (con cesáreas innecesarias, trato infantilizador, separación de nuestros pequeños…), una baja de tan solo 16 semanas o los prejuicios que aún existen en torno a la lactancia materna, las cosas aún se ponen más difíciles. De todos estos temas trata el libro. Se trata de un ensayo, pero incluye también aspectos autobiográficos.
LA INFERTILIDAD
-De todas las dificultades para ser madres, ¿cuáles son las peores?
-Yo destacaría tres. Primero, querer tener un hijo y no poder. La infertilidad es una enfermedad social que cada vez afecta a más personas, y tiene que ver con un sistema socio-laboral que dificulta tener criaturas y con un entorno ambiental, al que estamos expuestos, con numerosas sustancias tóxicas que deterioran nuestra fertilidad. Segundo, una pérdida gestacional. Estar embarazada, esperar la vida, y encontrarte con la muerta, es de las peores cosas que le pueden pasar a una madre. De ambos temas hablo, en primera persona, en el libro. Creo que nombrar estas experiencias, por las que pasan más mujeres de las que se nombran, es la manera de acabar con el tabú que las rodea. Y tercero, la depresión posparto, vivir justo lo contrario de lo que se espera de ti y tener que esconder ese dolor tras una máscara. La sanidad pública necesita más recursos para detectar dichos casos. Y la sociedad debe apoyar y no estigmatizar a las mujeres que la sufren.
-Maternidad y feminismo… Uhm. ¿Por qué tienen que ser incompatibles?
-No lo deberían ser. De hecho, yo planteo que la maternidad debe ser reivindicada desde el feminismo. Ante el modelo de maternidad patriarcal que tradicionalmente se ha impuesto, de madre abnegada que tiene como fin único cuidar de la familia, y también ante el ideal de maternidad liberal que se ha erigido como alternativa, el de la “super mamá” siempre disponible para el mercado de trabajo, creo hay que preguntarse qué quieren las madres, dónde queda nuestra experiencia materna, y esto no se hace nunca. Hay que maternizar la consigna feminista que dice “yo decido sobre mi cuerpo”, porque qué hay de más importante para una madre que poder decidir sobre su embarazo, parto y lactancia.
NUEVOS ESCLAVISMOS
-Maternidad subrogada… ¿Libertad de la mujer para que haga con su cuerpo lo que quiera o nuevas formas de esclavismo disimuladas bajo eufemismos de todo tipo?
-Si bien es muy comprensible, y legítimo, que una mujer o un hombre quieran tener criaturas, este deseo no puede pasar por encima de los derechos de terceros, como son el derecho del bebé a estar con su madre gestante y el de la madre gestante que durante 9 meses pierde toda capacidad de decisión sobre su cuerpo y que es separada de su pequeño y nunca vuelve a saber nada de él, algo que inflinge una herida emocional tanto a uno como a otro, como apuntan desde la psicología perinatal. Los vientres de alquiler no son una técnica de reproducción asistida más sino que significan la mercantilización de un proceso biológico como es el embarazo.
-Para muchas mujeres no occidentales el feminismo no es tan maravilloso… No e suna opinión. Muchas mujeres en todo el planeta señalan al feminismo occidental como una nueva forma de colonialismo. ¿Por qué millones de mujeres de todo el planeta, mujeres no occidentales, no aceptan esa ideología que para ellas es una nueva forma de colonización? Dicho de otro modo: ¿Por qué todas las mujeres del mundo tienen que tener la misma ideología y formas de vida que la mujer media occidental? ¿No habíamos quedado que en la diversidad está la belleza? ¿Hay alternativas al colonialismo etnocentrista?
–El feminismo, con toda su pluralidad, lo que defiende es la igualdad de derechos de las mujeres y poner fin al sistema patriarcal. Hay un feminismo blanco, liberal y occidental que tiene un sesgo eurocéntrico importante. Sin embargo, existe también un feminismo afroamericano en Estados Unidos, un feminismo decolonial de las mujeres racializadas, unas teorías de la interseccionalidad que relacionan clase, género y etnia, o unas corrientes ecofeministas que exploran la relación entre feminismo y ecología. Hoy en día existe la propuesta del feminismo para el 99%, defendida por Nancy Fraser, Tithi Bhattacharya y Cinzia Arruzza, que defiende un feminismo anticapitalista y antiracista, contrario al feminismo liberal al uso, un feminismo para la amplia mayoría de mujeres. Precisamente, nos podemos inspirar en él para defender una maternidad para el 99%.
VIOLENCIA OBSTÉTRICA
-Violencia obstétrica… ¿Qué tienes que añadir como nuevo a lo ya denunciado desde hace años por obstetras (hombres y mujeres) de todo el orbe que se han opuesto a la medicalización del parto?
-Pues que todavía queda mucho camino por recorrer. Si bien es cierto que hay obstetras, comadronas y personal de enfermería concienciado, una gran mayoría se niega a aceptar que estas malas prácticas (no informar adecuadamente a la mujer en el parto, no permitirle estar acompañada, infantilizarla, practicarle maniobras prohibidas por su peligrosidad como la de kristeller o la de hamilton, las cesáreas innecesarias o las episiotomías por rutina) forman parte estructural de la atención al parto, y tienen un nombre: violencia obstétrica. Una violencia que es aceptada socialmente, porque nos han dicho que parir es esto. Muchos profesionales se sienten cuestionados cuando se utiliza este concepto, pero nombrarlas es la única forma de erradicarlas. Y el personal sanitario debe ser un aliado fundamental para combatirlas. Es urgente avanzar hacia una atención al parto, y una formación al mismo, con perspectiva de género.
“La lactancia materna no es solo buena para la salud de los bebés, sino también para la de las mamás, en particular en el posparto inmediato. Además, nos permite alimentar a los bebés al margen de intereses privados y sin dependencias externas. De aquí que dar la teta tenga un carácter profundamente feminista. Asimismo, la lactancia materna permite la producción y el acceso a la comida más ecológica, saludable y local para los pequeños. La soberanía alimentaria, de hecho, empieza por la lactancia materna. Pero para que sea posible amamantar, son necesarios cambios en el mercado laboral y en el modelo de organización social, que no están pensados para favorecerla”
-En tu libro, planteas que la lactancia materna es una práctica feminista y ecologista. ¿Por qué?
-La lactancia materna no es solo buena para la salud de los bebés, sino también para la de las mamás, en particular en el posparto inmediato. Además, nos permite alimentar a los bebés al margen de intereses privados y sin dependencias externas. De aquí que dar la teta tenga un carácter profundamente feminista. Asimismo, la lactancia materna permite la producción y el acceso a la comida más ecológica, saludable y local para los pequeños. La soberanía alimentaria, de hecho, empieza por la lactancia materna. Pero para que sea posible amamantar, son necesarios cambios en el mercado laboral y en el modelo de organización social, que no están pensados para favorecerla.
AVANCES INSUFICIENTES
-Defiendes la leche materna ante la leche de fórmula… También la presión de muchas mujeres (y hombres) llevó a que las grandes compañías tuvieran que variar su fórmulas publicitarias y sus regalos en las clínicas a las recién paridas… ¿En qué punto estamos en este asunto?
-Hemos avanzado, pero no suficiente. En la actualidad, hay un discurso sanitario institucional prolactancia materna, sin embargo los recursos que se destinan a acompañar a las mujeres en sus lactancias, una vez han salido del hospital, cuando surgen muchas de las dificultades, son escasos. Asimismo aún existen numerosos prejuicios sociales y sanitarios en torno a la lactancia materna que la obstaculizan, y las compañías de la leche de fórmula, como Nestlé, financian de manera regular eventos médicos o asociaciones sanitarias, lo que genera un importante conflicto de intereses.
-Catalunya es uno de los lugares del planeta con menos natalidad… ¿Quién sale perdiendo? ¿Cómo podemos darle la vuelta a esta situación?
-Todos salimos perdiendo cuando la natalidad desciende de manera significativa, como pasa hoy en día. Creo que nos tendríamos que empezar a preguntar: ¿Cómo puede ser que unas prácticas tan esenciales para la reproducción humana, como son gestar, parir y dar de mamar, sean tan poco valoradas? Apoyar la maternidad no solo significa aumentar las ayudas a la crianza sino acabar con la precariedad laboral, la especulación inmobiliaria o las desigualdades sociales para que la maternidad sea un derecho y no un privilegio o una quimera. Para que otra maternidad sea posible, otra sociedad es imprescindible.