Una reseña del libro ‘El negocio de la comida’
Josep Burgaya | Futuro imperfecto
La sabiduría popular ya hace tiempo estableció que “somos lo que comemos”, y la verdad es que la inmensa mayoría de la población mundial come bastante mal. Una parte del mundo come en exceso, especialmente productos hipercalóricos y saturados en grasas que no les aportan sino serios problemas de obesidad y de salud, haciéndose candidatos a morir jóvenes víctimas de enfermedades cardiovasculares. Otra gran parte del mundo, tiene una dieta escasa y poco variada, considerando un éxito el día que puede satisfacer su apetito llenando el plato con algún cereal. Buena parte del mundo, no tiene más objetivo e ideal alimentario que poderse satisfacer y desconoce la noción de gastronomía, sencillamente porque no se puede ni plantear de comer variado y, mucho menos, de poder elegir. Como en otros ámbitos, la paradoja de nuestros días es por qué hay más gente que pasa hambre de la que había habido nunca, cuando producimos más productos alimenticios que nunca. ¿Cómo es posible que habiendo quien le faltan los alimentos básicos, se malgaste y se tiren a la basura el 60% de los alimentos?
Esther Vivas es una conocida periodista y activista que rastrea hace años los senderos oscuros y complejos que siguen los alimentos hasta llegar, o no, a nuestras neveras. En El negocio de la comida ¿Quién controla nuestra alimentación? (Icaria, 2014), analiza y destapa las bases y la lógica mercantil del sistema agroalimentario mundial, a fin de intentar comprender por qué los alimentos de una buena parte del mundo en lugar de producirse en entornos cercanos, que parecería lo más lógico a nivel económico y medioambiental, viajan miles de kilómetros hasta llegar a nuestro plato, haciéndonos perder la noción de proximidad, de estacionalidad y de calidad gustativa de los productos, consumiendo una especie de híbridos creados en procesos de modificación genética en los laboratorios. El libro analiza y proporciona información sobre los múltiples aspectos que confluyen en una actividad tan básica y tan extremadamente especulativa.
La lógica del sistema alimentario global tiene que ver con la pervivencia y generación de nuevas formas de hambre, tiene que ver con la presión geopolítica por el control de la tierra y el agua en el planeta, con el cambio climático, con el deterioro medioambiental y en efectos perversos y nocivos sobre nuestra salud, algunos de los cuales como el caso de los transgénicos, todavía no somos conscientes de lo que nos pueden conllevar. Hemos acabado con cerca del 75% de la diversidad agrícola en nombre de un productivismo poco saludable y que fortalece la desigualdad económica y social. Dibuja Esther Vivas algunas alternativas al status quo alimentario, apostando por el comercio justo, la constitución de grupos de consumo y, muy especialmente, para recuperar el concepto de soberanía alimentaria. Un libro imprescindible si no queremos seguir viviendo en la inopia en un aspecto primordial en nuestra vida y nuestra sociedad.