Una reseña del libro ‘El negocio de la comida’
Laia Tresserra | Opcions
El libro El negocio de la comida, de la colaboradora de Opcions Esther Vivas, ya ha llegado a su tercera edición (Icaria). La buena acogida de esta obra demuestra el interés creciente por conocer qué hay detrás de lo que consumimos.
Que se hace negocio con la comida no es ningún secreto para nadie. Cada mañana, supermercados y tiendas suben sus persianas, en los mercados se montan las paradas y miles de carros virtuales están preparados para llenarse en las webs de venta en línea. Al final del día, la mayoría de alimentos que nos habremos llevado a la boca, si no todos, habrán sido comprados. Por lo tanto, que detrás de la comida está el negocio no es ninguna sorpresa.
Lo que explica este libro de Esther Vivas es cómo funciona este negocio y, sobre todo, revela las perversiones que esconde. La más significativa es el dato con el que arranca el primer capítulo: una de cada ocho personas en el mundo pasa hambre, a pesar de que el planeta tiene 7.200 millones de habitantes y se producen alimentos suficientes para abastecer a 12.000.
Capítulo tras capítulo, Vivas va poniendo los focos en las dinámicas que vinculan esta realidad con el contenido de nuestra comida. Y la relación aparece de forma diáfana. Inversores institucionales, como bancos, compañías de seguros y fondos de inversión, y grandes multinacionales como Monsanto, Kraft Foods y Unilever, expolian regiones enteras y dictan qué, cuánto y cómo comemos.
La autora denuncia que «la cadena de producción, distribución y consumo de alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus intereses particulares a las necesidades colectivas». Vivas realiza un repaso exhaustivo del funcionamiento de toda la cadena alimentaria. En el ámbito de la producción, explica, por ejemplo, qué es el «secuestro» de semillas y cómo en el Cuerno de África las tierras de pequeños campesinos han pasado a manos de gobiernos extranjeros y grandes empresas. En lo que se refiere a la distribución y comercialización, muestra cómo la aparición de grandes compañías de supermercados han hecho perder el control a los productores.
En el libro también se explica cómo el precio de los alimentos se fija en bolsas de valores en las que se especula con el arroz, el trigo y la soja, por ejemplo. Y cómo empresas como Telepizza o McDonalds basan su éxito en la poca calidad de los alimentos que sirven y las malas condiciones de las personas que trabajan en ellas. Son más ejemplos que revelan hasta qué punto nuestra necesidad de alimentarnos se puede convertir en un negocio muy lucrativo.
En los últimos capítulos, sin embargo, se abre una puerta al optimismo. Vivas apunta ahí algunas vías para romper las leyes del negocio de la comida que ha ido describiendo en la primera parte del libro. Por ejemplo, el comercio justo, las cooperativas de consumo y los huertos comunitarios. Son opciones para retornar el poder a las personas que producen los alimentos y a las que queremos ejercer un consumo consciente.