“Hemos normalizado la violencia obstétrica, porque nos han dicho que parir es eso”

Lina Robles | Publimetro Colombia

La periodista y socióloga Esther Vivas dedicó parte del prólogo para la edición colombiana de su libro ‘Mamá desobediente’ a la alarmante cifra de nacimientos por cesárea en la costa Atlántica. Esto dijo sobre la problemática en el país.

PUBLIMETRO entrevistó a la periodista, socióloga y escritora residente en Barcelona, Esther Vivas, quien se ha especializado en análisis político, consumo crítico y maternidades feministas.

Cuando se convirtió en madre, en 2015, empezó a escribir sobre maternidades, parto, violencia obstétrica y lactancia materna desde una perspectiva feminista y ecologista. Todas estas reflexiones recogidas en su libro Mamá desobediente’ Una mirada feminista a la maternidad publicado en Colombia por Ícono Editorial, libro que ha recibido una positiva recepción entre sus lectoras en América Latina. Contó sus reflexiones sobre la maternidad en Colombia y en la costa Caribe.

¿Cómo nació la idea de escribir un libro con una mirada feminista a la maternidad?

El libro ‘Mamá desobediente’ nace de mi experiencia como madre. De tomar conciencia de cómo la experiencia de la maternidad, el dolor, las contradicciones, el no llegar a todo, son temas invisibles para la sociedad y también para esos movimientos sociales, como el feminista, que aspiran a cambiar el sistema. ‘Mamá desobediente’ es un grito en clave feminista a rebelarse contra el ideal de buena madre, a acabar con los silencios de la maternidad, a reivindicar la crianza como una responsabilidad colectiva y a valorar todo aquello que conlleva.

Dedicó parte del prólogo para la edición colombiana de su libro a la alarmante cifra de nacimientos por cesárea en la costa Atlántica ¿Qué opina de estas cifras?

Casi 1 de cada 2 partos en Colombia se lleva a cabo mediante cesárea, una de las cifras más altas del mundo. En la costa Atlántica este número es incluso superior, llegando al 60% del total de partos. La OMS señala que un porcentaje superior al 10%-15% no está justificado. Lo que indica que la gran mayoría de las cesáreas que se realizan son innecesarias. Si se llevan a cabo es porque permiten una mejor organización horaria para los centros sanitarios, ya que una cesárea -a diferencia de un parto vaginal- sabes cuándo empieza y acaba y la puedes programar, e implican un mayor beneficio, porque es más cara que un parto normal. Sin embargo, una cesárea no necesaria es constitutiva de violencia obstétrica.

¿Cómo afecta la salud de una madre y su hijo un parto por cesárea?

La cesárea es una operación de cirugía mayor y conlleva más riesgos. La tasa de mortalidad materna para las cesáreas programadas es el doble que para el parto vaginal. Tras una cesárea, las mujeres tienen mayor riesgo de hemorragia, en un siguiente embarazo hay más probabilidades de tener placenta previa y si el parto es inducido hay peligro de rotura uterina. En lo que respecta al bebé, en una cesárea programada, éste nace prematuramente, con un peso inferior y puede sufrir problemas respiratorios, y son más las opciones que en la edad adulta padezca obesidad u otras enfermedades, ya que la cesárea interrumpe el traspaso de microbiota entre la madre y el pequeño a través de la vagina.

¿Cómo se pueden identificar las señales de maltrato o violencia obstétrica al momento de la atención en el parto en el sentido de que muchas de estas prácticas están normalizadas en Latinoamérica?

La violencia obstétrica consiste en el conjunto de prácticas llevadas a cabo por los profesionales de la salud en la atención al parto que provocan un daño físico y emocional en mujeres y bebés. Estamos hablando de que te obliguen a parir sola, que no te informen adecuadamente, se burlen de ti, te obliguen a callar, te hagan una cesárea innecesaria, una episiotomía por rutina, una maniobra sin tu consentimiento, te separen de tu bebé, te impidan darle el pecho… Todas estas prácticas son constitutivas de violencia obstétrica, una expresión de la violencia de género. El problema es que hemos normalizado esta violencia, porque nos han dicho que parir es esto. Poder identificarla es el paso imprescindible para erradicarla y sanar las heridas que deja.

El papel del padre en la crianza y la maternidad está bastante desdibujado en Latinoamérica bajo la premisa “soy madre soltera”, “yo puedo sola”, “soy madre cabeza de hogar” ¿Dónde están los padres en la ecuación familiar?

No siempre en una familia hay un padre. Hay muchas familias donde al frente hay solo una mujer. Y cuando hay un padre, éste no siempre se implica. El reto consiste en “maternizar” la paternidad. La práctica maternal, criar y cuidar, debería ser ejercida no solo por las mujeres, sino también por los hombres, dejando de ser una tarea propia del género femenino.

¿Es posible ser madre y ser feminista? Como cita su libro “La maternidad es un tema entre menospreciado y olvidado para los movimientos sociales, también para los feminismos. Aunque poco a poco esto ha empezado a cambiar”.

Yo creo que es imprescindible, ya que es desde el feminismo donde podemos reivindicar el derecho como madres a decidir sobre nuestro embarazo, parto y lactancia. Sin embargo, la maternidad carga con una pesada losa de abnegación, culpa y sacrificio. He aquí, la maternidad patriarcal impuesta. Pero rebelarnos contra el mandato de la maternidad no debería pasar por negar la experiencia materna sino por exigir el derecho a ser madre si así se desea y reivindicar una sociedad que permita serlo, valore dicho trabajo, no reduzca la mujer a madre y considere criar y cuidar tareas colectivas. Si no es el feminismo quien defiende el parto respetado, una licencia de maternidad más amplia, apoyo a la lactancia materna, ¿Quién lo va a hacer? Necesitamos un feminismo que acoja la maternidad y una maternidad desobediente y feminista.

La migración ha obligado a muchas madres en su éxodo a llegar a Colombia, desde Venezuela, principalmente, y en el país reciben atención médica para los nacimientos. Hay mucha desinformación y temor en las futuras madres que he entrevistado en estos casos ¿Qué mensaje les da a esas madres refugiadas y migrantes para buscar atención oportuna en salud como un Derecho Humano en otro país?

Entre las mujeres hay miedo porque el parto es un momento de gran vulnerabilidad y donde se ejerce la violencia. Y esta violencia se da en mayor medida en mujeres pobres y mujeres migrantes. El cambio se debe buscar en los profesionales de la salud, quienes tienen que entender que toda mujer, al margen de su clase social y raza, tiene derecho a un parto respetado y que las madres somos sujetos de derecho.

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