Hacia maternidades más reales y menos ideales

Juliana Colombo | Revista Vida y Salud

Esther Vivas, socióloga, periodista y escritora catalana, nos comparte una mirada profesional y cercana de la maternidad desde el feminismo y su análisis sobre los retos a los que se enfrentan las madres hoy.

Especialista en movimientos sociales, consumo responsable y maternidades; y autora de su más reciente publicación “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad” -editada en Argentina por Ediciones Godot-, Esther Vivas nos invita a reflexionar sobre maternidades reales, libres y desobedientes; también inspirada  a través de su propia experiencia.

Mi maternidad me ha llevado a convertir la reflexión sobre la experiencia materna en uno de los ámbitos centrales de mi trabajo periodístico y sociológico. El hecho de publicar ‘Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad’ una vez que me convertí en madre, me ha hecho tomar conciencia de cómo la maternidad a pesar de ser una experiencia muy personal, viene atravesada por sentimientos que son universales”, inicia la autora invitándonos a continuar con la charla.

¿En qué contexto surge ‘Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad’?

“El libro surge de mi propia experiencia como madre. Una vez quedo embarazada y empiezo a informarme sobre cómo dar a luz o sobre el embarazo y entonces tomo conciencia de lo invisible que es la maternidad real en el seno de la sociedad, lo poco valorada que está. Y no solo en el conjunto de la sociedad sino también en esos momentos sociales que aspiran a cambiar esta sociedad y en particular en el seno del movimiento feminista. De tomar conciencia de esta realidad y también de sentirme en cierto modo huérfana de referentes como feminista, surgió la necesidad de empezar a leer y a escribir sobre maternidad; y de aquí el libro Mamá desobediente”.

¿Cómo te interpela en tu experiencia como madre?

“Mi maternidad me ha llevado a convertir la reflexión sobre la experiencia materna en uno de los ámbitos centrales de mi trabajo periodístico y sociológico, y el hecho de publicar “Mamá desobediente, una mirada feminista a la maternidad” una vez que me convertí en madre, la buena repercusión que ha tenido tanto en España como en varios países de América Latina donde se ha publicado, me ha hecho tomar conciencia de cómo la maternidad a pesar de ser una experiencia muy personal, viene atravesada por sentimientos que son universales. La soledad, la culpa, ese sentimiento de no llegar a todo, de no poder más; nos son comunes a las mujeres independientemente de donde maternemos. Y al mismo tiempo la maternidad viene atravesada por discriminaciones y desigualdades universales. La violencia obstétrica, las licencias de maternidad tan cortas, la imposible conciliación, el juicio constante; son elementos comunes a la maternidad al margen de donde vivamos. Esto tiene mucho que ver con que la maternidad está supeditada a un sistema patriarcal y un sistema económico neoliberal que invisibilizan y no valoran la experiencia materna”.

Uno de los retos, hoy cuando hablamos de maternidad es sacar la maternidad del armario real y acabar con muchos tabúes que la rodean.

¿Cómo definís a una maternidad feminista? 

“Para mí una maternidad feminista es esa madre que reivindica poder decidir sobre su embarazo, parto, lactancia, posparto; es decir que se rige como sujeto político y sujeto de derechos. Y es también esa madre que se rebela contra el mandato de la maternidad. Porque un día tenemos que ser la madre abnegada y sacrificada de toda la vida, como ya fueron nuestras abuelas y también madres, y al mismo tiempo tenemos que ser la super woman que llega a todo, esa madre siempre disponible para el mercado de trabajo, un cuerpo perfecto, que nunca se equivoca. Este mandato de buena madre nos genera mucho malestar a las mujeres con hijos en la experiencia materna y creo que es necesario erradicarla. De aquí que, una maternidad feminista es la que desobedece al mandato de la madre perfecta y por el contrario reivindica la maternidad real con todas sus luces y sombras”.

A lo largo de su reciente libro que ha obtenido una gran repercusión en España y América Latina, se debate si es posible ser madre y feminista a la vez en las sociedades actuales. ¿Cómo o en qué se vinculan maternidad y feminismo?

“Históricamente el feminismo ha tenido una relación compleja con la maternidad porque la experiencia materna ha sido secuestrada por el patriarcado. El patriarcado nos ha impuesto a las mujeres por los siglos de los siglos, el mandato de la maternidad y ha utilizado la maternidad como instrumento para controlar nuestro cuerpo y nuestro destino. Ante esta realidad se rebelaron las feministas de la segunda ola – de los años 60 y 70-  y en este rebelarse se cayó en parte en un cierto discurso anti maternal. Hoy en día, creo que hay una nueva generación de mujeres que somos madres, nacidas en los 70, 80, 90 que gracias a la lucha de nuestras antecesoras feministas hemos podido escoger si queríamos ser madres o no, y esto nos permite mirar a la experiencia materna con menos prejuicios que las feministas que nos precedieron y distinguir lo que es el mandato de la maternidad y la maternidad patriarcal de la experiencia materna libremente elegida y cómo ésta tiene que ser dotada de derechos. Creo que esta nueva ola feminista que hoy recorre muchos países de América Latina empieza a incorporar a su agenda varios de los temas que rodean a la maternidad y ese es un elemento muy positivo porque la maternidad es una cuestión feminista porque implica a millones de mujeres que somos madres. El feminismo es quien tiene que defender un parto respetado, el derecho a una licencia de maternidad mucho más larga, el derecho a una conciliación real, el derecho a una lactancia materna satisfactoria. Porque si no es el feminismo ¿quién defiende estos derechos? ¿quién lo va a hacer?”.

Hoy podemos hablar de maternidades deseadas, elegidas y voluntarias. ¿A qué retos considerás que se enfrentan las madres?

“Yo creo que aún hoy las madres nos enfrentamos a muchos silencios, muchos tabúes porque hay un aura de romanticismo que rodea a la maternidad. Entonces, una vez que nos convertimos en madres nos topamos con una realidad que tiene muy poco que ver con aquello que nos han contado de la experiencia materna. Así es que pensamos que nosotras somos el problema y el problema no somos nosotras, es eso que nos han contado que no tiene nada que ver prácticamente con la maternidad real. Creo que es fundamental, por un lado, hablar de la maternidad, de sus luces, sus sombras, sus contradicciones, ese no llegar a todo, ese no poder más, la frustración. Porque si no somos conscientes de lo que implica ser madre, constantemente las mujeres que tenemos hijos vamos a vivir esta experiencia con mucho malestar”.

“Por lo tanto, para mí uno de los retos, hoy cuando hablamos de maternidad es sacar la maternidad del armario real y acabar con muchos tabúes que la rodean como por ejemplo: problemas de infertilidad que afectan cada vez a más mujeres, el dolor que hace una pérdida gestacional, constatar con muchas mujeres que pierden a sus hijos estando embarazadas y hay un duelo que hay que transitar. Sacar del armario también la depresión posparto, normalizarla como una experiencia más dentro del hecho de ser madre por la cual muchas mujeres transitan. Y creo que romper con todos estos tabúes, nos ayudará a las madres a tener una experiencia mucho más satisfactoria y con menos culpa”.

¿Cómo impacta el contexto socioeconómico en las maternidades?

“Es muy importante tener en cuenta que el contexto en el cual vivimos, nuestra sociedad y el sistema económico tienen un impacto directo en la experiencia materna. Hoy vivimos en una sociedad que sostiene a la maternidad, que sostiene al parto respetado, a la lactancia materna y lo vemos con las licencias de maternidad tan corta que tenemos, con el hecho de que la violencia obstétrica forma parte estructural de la atención sanitaria de parto. Entonces para que otra maternidad sea posible, otra sociedad es imprescindible”.

De acuerdo con el análisis desde esa mirada feminista que exponés en “Mamá desobediente” ¿podemos decir que ese mundo personal e individual de las mujeres como madres es también de interés público y político?

“La maternidad debería ser considerada no una responsabilidad individual de la mujer porque tiene hijos, sino una responsabilidad colectiva. Porque cuando hablamos de maternar, estamos hablando de cuidar, de criar a niños y niñas que van a ser adultos el día de mañana, y esto nos debería de interpelar a todos. Por eso creo que es muy importante entender que la maternidad debería ser una responsabilidad común y al mismo tiempo empezar a visibilizar y valorar todo aquello que implica ser madre, es decir gestar, parir, amamantar. Porque sin mujeres que transitaran estas experiencias no habría futuro posible y no se trata de idealizar la maternidad pero sí de constatar al valor social, económico que tienen estas experiencias y estas prácticas; y que históricamente este valor ha sido negado”.

Cuando hablamos de maternar estamos hablando de cuidar, de criar a niños y niñas que van a ser adultos el día de mañana, y esto nos debería de interpelar a todos.

Finalizando el encuentro, le preguntamos a Esther cómo se imagina las maternidades del futuro… “Me cuesta imaginar cómo va a ser la maternidad del futuro pero sí me gustaría que la maternidad del futuro fuese una maternidad colectiva, una maternidad compartida, asumida por mujeres y por hombres, por la sociedad en general”.

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