“En un siglo hemos perdido el 75% de las variedades agrícolas”

nl2Víctor-M. Amela | La Contra de La Vanguardia

Tengo 39 años. Nací en Sabadell y vivo en Barcelona. Soy periodista e investigadora de los despropósitos del agronegocio globalizado. Vivo en pareja y espero un hijo. Soy anticapitalista. No tengo creencias religiosas. Deberíamos recuperar soberanía alimentaria.

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¿Qué es el agronegocio?

Lucrarse con el mercadeo de alimentos, convertir en mercancías la comida necesaria para sobrevivir.

Pero eso es inevitable…

No. Es un modelo, pero podría haber otros. Es el modelo global actual: beneficia a unos pocos y perjudica a millones de agricultores ¡y a todos los consumidores!

¿A quién beneficia?

A multinacionales fabricantes de semillas, multinacionales transformadoras de alimentos y multinacionales distribuidoras, cadenas de supermercados.

¿Y por qué nos perjudica?

Favorece la producción y mercadeo de pocas variedades a costa de abandonar variedades tradicionales de hortalizas y verduras.

¿Muchas?

Berenjena blanca, melón piñonet, patata bonita negra, calabaza buen gusto, tomate bombilla, lechuga lengua de buey…

¿Es tan grave?

¡Ha desaparecido el 75% de las variedades agrícolas a lo largo del último siglo! Una pérdida de sabores, tradiciones, gastronomía…

La fruta era más sabrosa antes, sí…

Ahora parece que los alimentos vayan a un certamen de belleza, no a ser buenos

También diseñan alicamentos, alimentos curativos…

Otra añagaza del agronegocio: primero nos lleva al sobrepeso y a la obesidad con alimentos insanos… y luego nos vende otros para adelgazar, contra el colesterol, el estreñimiento

¿Todo mentira?

Bastaría con alimentarse con productos de temporada y de proximidad. Sin comidas ni bebidas con harinas y azúcares refinados.

Cada uno compra lo que quiere…

Lo que nos dejan. Y sin información: el aspartamo es un edulcorante no calórico que puede ser cancerígeno…, y sigue usándose.

No será tan peligroso, entonces.

O quien manda en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria fue antes ejecutiva de Coca-Cola, multinacional que lo utiliza sistemáticamente en sus bebidas sin azúcar.

Vivir con tanto miedo es estresante.

La coherencia absoluta es imposible, sí, pero merecemos tener toda la información.

Deme alguna.

Fíjese en la mesa navideña: los langostinos que compramos viajan desde Ecuador; la piña desde Costa Rica;  la uva desde Chile.

Es un poco loco, sí.

Agricultura extensiva, deslocalizada, basada en la explotación laboral… Naranjas desde Sudáfrica, tomates desde Marruecos… ¡Nos alimentamos de petróleo!

¿Petróleo?

La agricultura industrial se basa en maquinaria movida con petróleo. Los alimentos se transportan en camiones y aviones que necesitan de dicho combustible fósil. Y empaquetados con plástico, un derivado del petróleo…

Si con esto acabamos con el hambre…

Pues sigue habiendo hambrunas. Porque al agronegocio no le importa el hambre, ¡sólo busca lucrarse!

¿Tiene datos?

Hoy producimos alimentos que podrían alimentar a 12.000 millones de personas, y somos 7.200 millones de personas…

¿Entonces, qué pasa?

Que una de cada 8 personas en el mundo pasa hambre. El 40% del grano mundial acaba en establos de engorde de ganado, otra parte en biocombustible, y un tercio de la comida se malogra. Y el que no pueda pagar la comida restante, ¡que muera de hambre! El negocio es el negocio.

Pero tenemos ganado bien engordado.

La industria ganadera es cara y agresiva con el medio ambiente, trata a los animales como meras cosas y produce carne de mala calidad. La OMS revela que se administran más antibióticos a animales sanos en granjas que a personas enfermas. ¡Y nos comemos esa carne!

Pero hay muchos controles sanitarios.

La dinámica de puertas giratorias y connivencia de intereses entre quienes realizan estos controles y las empresas del sector es muy estrecha. Además, hemos quitado el encanto a frutas y verduras para dárselo a alimentos industriales altamente procesados. Resultado: obesidad, cardiopatías, diabetes, alergias…  ¡No sabes lo que comes!

No exagere…

¿Acaso no recuerda que descubrimos hace poco que había carne de caballo en hamburguesas presuntamente hechas de vacuno?

Pero la carne de caballo es buena.

Pero tenemos derecho a que nos digan qué están vendiéndonos de verdad.

¿Qué pasa si ceno pizza con Coca-Cola?

Estarás ingiriendo alimentos de baja calidad para la salud de tu organismo.

¿Qué come usted?

Compro en una cooperativa de consumo: viene el payés una vez por semana, con su cesta. ¡Hay cada día más y cerca de tu casa! Puedes tener frutas, verduras y hortalizas de proximidad y de temporada.

¿Qué modelo alternativo al actual propone?

¡Soberanía alimentaria! Primero, conciencia: saber qué hay detrás de cada alimento. Segundo, justicia: respeto y precio justo para el payés. Y tercero: cultivo con respeto medioambiental.

¿Es posible esta alternativa?

Sí, y sería un paso revolucionario si todos los centros públicos que hoy sirven menús (escuelas, centros de día, cárceles, hospitales, casals, universidades…) comprasen productos locales, de temporada, campesinos y ecológicos.

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Negocio con comida

La crítica de Esther Vivas al sistema alimentario se ceba en la despersonalización de lo que comemos, la distancia, el anonimato, y me lo resume así: “Cada alimento tiene una historia, y conocerla es comer con conciencia”. Comer de forma más saludable, y saber más si hay explotación laboral y daño ecológico tras ese alimento de tu plato. Entiendo su lógica (www.esthervivas.com) fundada en años de análisis de un sistema que califica de agronegocio pues el lucro es su prioridad: lo explica en detalle en el libro El negocio de la comida (Icaria ed.), con muchos datos, como este: el 48% de Congo lo han comprado China y otros inversores extranjeros.

*Entrevista publicada en La Contra de La Vanguardia, 10/02/2015.

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